Mistela Cims del Mediterrani

Productos de kilómetro cero en La Marina: La Mistela Cims del Mediterrani

Tras hablar de la recuperación del carnot, con este post inauguramos una nueva sección en la que deseamos compartir con todos vosotros las bondades de la gastronomía de la Marina. Para ello os invitamos a sentaros en nuestra mesa y disfrutar con algunos de los productos más representantivos de nuestras comarcas. Elaboraciones que llevan el sello y garantía de nuestros productores, lo que les imprime y dota de una calidad contrastada con aroma a tradición, sabor a mediterráneo y mucho cariño destilado durante todo el proceso.

Se trata de productos de kilómetro cero (de ahí el nombre de la sección) y ofrece, como su nombre indica, productos de proximidad, algunos de los cuales han recuperado recetas antiguas y otros, simplemente, se caracterizan por respetar al máximo el origen y la tradición, que no es poco en estos tiempos. Productos elaborados con materia prima singular y propia de la Marina y que podréis encontrar en Melicatessen, la despensa gastronómica que el grupo Melic os ofrece con productos típicos de la Marina en su oficina de la Avenida Miguel Hernández número 42 de Dénia (aunque también comprarlos por internet: www.melicatesen.com)

Esta serie de artículos arranca con estas líneas que dedicaremos, en primer lugar, a un producto que se ha convertido en un emblema de La Marina: La mistela Concretamente queremos serviros una copita ( o dos) de Cims del Mediterrani, que elabora la bodega de Antonio Llobell Cardona, situada en Teulada.  Hablamos de un vino dulce, prácticamente de un licor al que en esta zona se conoce comúnmente como  mistela, y que se ha elaborado a partir de la uva moscatel cultivada en misma zona de Teulada (DOP Alicante), al sur de la Marina Alta, donde los agricultores han conservado y/o recuperado esta variedad tan apreciada por sus características peculiares.

El singular clima de esta zona, pegada prácticamente al mar pero rodeada por montañas y próxima a la Vall de Xaló, le confiere a la mistela teuladina unas características casi únicas. Entre ellas destaca su cuerpo (mayor que en resto de bebidas similares), consistencia e intensidad, además de agradable sabor. Profesionales de reconocido prestigio internacional la han catalogado como una de las mejores mistelas en todo el mundo.

La calidad de este exquisito producto fue recompensada hace sólo unos años, cuando en el 2014 recibió la medalla de oro en el Concurso Internacional de Vinos de Lyon, en Francia. El certamen es uno de los más importantes y concurridos del continente europeo, ya que se presentaron hasta 3.685 vinos de 22 países diferentes, lo que demuestra la gran competencia existente y la bendición con la que contó la mistela teuladina por parte del jurado.

Un año antes,  la misma mistela obtuvo la medalla de plata en el XI Concurso Internacional de Vinos Bacchus 2013, considerado el más independiente y uno de los mayores del mundo.

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El carnot

El whisky de los pobres: ¿Una copita de carnot?

En estos días de bondades culinarias y excesos gastronómicos permitid que dediquemos un post del blog de la Guía del Turista a nuestros licores autóctonos, las llamadas bebidas espirituosas de La Marina, llenando la copa con una ella de ellas: el carnot. Y es que estamos de enhorabuena en el grupo Melic, donde con la ayuda de entendidos y expertos en la materia hemos logrado recuperar la receta paranvolver a llenar la botella con el denominado Whisky de los pobres.

Realmente no andamos por estos lares faltos de brebajes singulares y tradicionales. A la conocida  mistela de Xaló y de Teulada, esculpida con el codiciado moscaltel de Alejandría; el herbero de la sierra de Bèrnia o del Montgó (bebida espirituosa basada en hierbas aromáticas expresamente seleccionadas maceradas en una mezcla de anís) se unen otras bebidas típicas de la zona como la casalla (anís seco), sin duda la reina de la fiesta;  el café licor, un clásico importado desde Alcoy al ritmo de los moros y cristianos; la absenta, para valientes; o ese licor anaranjado y muy dulce bautizado como frígola (licor de tomillo que solo puede degustarse en la Marina y en Ibiza).

Junto a ellos, y en la misma mesa de esta tradición popular, debería sentarse el carnot. Prácticamente desaparecido de los bares y tascas actuales, esta bebida preparada sustancialmente a base de hierbas aromáticas de la sierra era muy consumida y valorada. Antaño, su compra y consumo era un clásico de esta zona. De hecho, si tiramos de hemeroteca, podemos consultar un ejemplar del periódico de La Vanguardia con fecha de 17 de agosto de 1969 (domingo).

En la sección Gentes pasadas por agua encontramos un artículo que lleva la firma del gran cronista valenciano Joan Fuster, con un reportaje costumbrista en el que aparece el carnot.  “Un líquido que tiene la consistencia ambarina y transparente del más acreditado ‘scoth’. Un clásico brebaje confeccionado con alcohol y hierbas de la montaña”, escribía Fuster.

La recuperación del carnot, que podéis degustar y comprar en nuestra tienda Melicatessen (en la avenida Miguel Hernández 42, en Dénia) es una buena noticia para todos. Para los amantes del buen comer y del buen beber, para los entendidos en gastronomía, para los aficionados a las bebidas espirituosas, para los que se preocupan para la preservación y difusión de la historia local y todo lo que sabe a tradición, para las viejas generaciones que lo bebieron…y para las nuevas, que tras escuchar de él (o no) ahora podrán hacerlo y comprobar la textura, olor y sabor de esa bebida que tantas historias y anécdotas (que iremos desvelando en próximos posts de nuestro blog) protagonizó a pie de barra. Porque las bebidas espirituosas, licores típicos y autóctonos de nuestra zona no deben quedar en el olvido. Son cultura, son historia, son tradición…y son patrimonio que hemos de compartir y transmitir con las generaciones venideras. Con moderación, por supuesto; pero con orgullo y buen paladar.

Alcemos pues nuestra copa y brindemos por el carnot, el whisky de los pobres… y de los no tan pobres.

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Marina alta tierra de bandoleros

La Marina: tierra de bandoleros y de ‘roders’

¿Sabías que las comarcas de la Marina Alta y la Marina Baixa, junto a otras colindantes como La Safor, eran morada habitual donde se cobijaba un buen número de bandoleros? Nos referimos, claro está, al siglo XIX. Una época no tan lejana donde la presencia de los también conocidos como ‘roders’ no sólo era una constante en toda zona del Mediterráneo, sino también un acontecimiento para gran parte de la población de antaño, puesto que muchos de ellos fueron considerados como símbolos o, incluso, como auténticos héroes.

Si bien es cierto que en la documentación oficial de la época, la que aún perdura en archivos y bibliotecas especializadas, se encontrarán terminos como lladre’ (ladrones, en valenciano), y asesinos, para la cultura popular los miembros de estas bandas organizadas eran tratados desde un punto de vista romántico, alabando en ocasiones su valentía, su buena intención (muchos de ellos alardeaban de quitarle al rico para ayudar al pobre, al estilo de ‘Robin Hood’) o su servicio a la patria, en el caso de la Guerra de Independencia, cuando saqueaban y atacaban a destacamentos franceses que estaban asentados en toda esta región.

Además, el hecho de que, con el paso del tiempo, se hiciera pràctica habitual matar a los bandoleros capturados mediante el garrote, el fusilamiento, o incluso la ‘forqueta’ (descuartizar en cuatro trozos y freír el cadáver del asesinado, para después colgar los miembros en lugares visibles y públicos de los pueblos a modo de escarmiento) dividió a la opinión pública, siendo considerados héroes o villanos.

Para muchos eran una lacra a extinguir y había que combatirlos de todas las maneras posibles. De hecho, La creación en 1844 del cuerpo de la Guardia Civil tuvo como argumento principal, entre otros, perseguirlos y hacerlos desaparecer). En cambio, para otros sectores de la población, su forma de actuar, (generalmente contra el más pudiente), y los castigos que recibían les hicieron merecedores de ‘cierta’ solidaridad popular, convirtiéndoles en ocasiones en héroes de leyenda que merecían perdurar en el cancionero popular.

Todos estos bandoleros actuaban en grupo, aprovechando la orografía del interior de las Marinas y La Safor, con zonas de difícil accesibilidad que se prestaban a tender embocadas y poder escapar rápidamente sin dejar rastro. Además, no se les conocía, se les conocía por su verdadero nombre, sino por su «malnom» o apodo. Algunos de los ‘roders’ más conocidos de estas zonas fueron los cuatro hermanos Moxica, de Hondón de los Frailes; Jaime el Barbudo, de Crevillent; Camot, de Xàtiva; El Gato de Carlet; El Manco de Calderón, de Cocentaina; Mixana, de Castell de Castells; Destralet, de La Vall d’Ebo; o Quico Bolsón y El Roig de Corbera.

Toda esta información y muchos más detalles sobre bandoleros y ‘roders’ podéis encontralos en los libros Conflicte d’interessos: Bandolerisme i vendetta a la Marina Alta en temps de cacics (1844-1875) y La senda dels lladres. Bandolerisme als volants de la serra de Mostalla. Ambos son obra del periodista e historiador Manel Arcos, un gran experto en la investigación y divulgación del bandolerismo. Os los recomendamos.

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Museo del mar

Tesoros del mar…de Dénia y en Dénia

Si vais caminando por el paseo puerto, pegados al mar, os percataréis de que el antiguo edificio de la lonja de pescado ha abierto nuevamente sus puertas. La diferencia es que, en lugar de acoger la tradicional subasta de pescado o la venta del género fresco del día pescado por las barcas dianenses, ahora el recinto está ocupado por ánforas, fotografías, vitrinas con objetos antiguos, restos arqueológicos, pantallas y paneles explicativos. Sin embargo, el mismo elemento cohesiona el contenido de antaño con el actual: el mar.

Y es la vieja lonja, tras meses de rehabilitación, acoge desde hace pocas semanas, la muestra ‘Tresors de la mar de Dénia’. Una exposición temática permanente en un 80% con mäs de un millar de piezas relacionadas con la arqueología y la etnología, muchos de ellos recuperados del fondo de las aguas. Todas ellas ayudan a comprender la estrecha e íntima relación que tiene Dénia con el Mediterráneo. Destaca, justo a la entrada una notable colección de ánforas (más de 40) que servían para transportar el vino y el aceite en los navíos romanos. Y entre ellas,  la pieza más antigua de la exhibición: un ánfora masaliota del siglo VI en la que se transportaba vino.

El 20% restante de la exposición está integrado por una colección fotográfica y una sala audiovisual en la que se realizarán proyecciones y se presentarán pequeñas exposiciones. Durante el verano se podrá ver un documental sobre la historia del Pòsit de Dénia, pero la intención es que con el tiempo se vayan incorporando otras propuestas.

Además de las recuperadas en pecios y yacimientos subacuáticos, la muestra resulta especialmente curiosa porque gran parte de los objetos exhibidos corresponden a donaciones que muchos vecinos han hecho a lo largo de los años pero que no habían podido ser expuestas en por falta de un lugar específico. El repaso por la historia finaliza con una colección fotográfica de Emilio Oliver Morand, de 1915 aproximadamente.

Y nuestro recorrido a lo largo de estas fantásticas instalaciones nos permitirá observar también todo un conjunto de interesantes maquetas de barcos y navíos de diferentes periodos históricos, pero que en su mayoría fondearon en estas aguas durante épocas pasadas.

Por su ubicación, privilegiada, y las características de espacio y luminosidad del local, esta muestra se convertirá sin género de duda en un referente para residentes y turistas. No os perdáis la exposición. Cien por cien recomendable. Y no tengáis prisa cuando la visitéis. Disfrutarla.

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Salazones

Los salazones de La Marina

En La Marina disfrutamos de muchos placeres, entre los cuales se encuentra, sin duda, la gastronomía. Carnes, pescados, arroces, verduras…cocinados bajo las recetas de la tradición y la vanguardia conquistan el paladar de turistas y visitantes, que aprecian la calidad de los restaurantes que predominan en todo el litoral norte de la Costa Blanca.

Entre los manjares tradicionales que ofrecen sus cartas y menús se encuentran los salazones. El atún, la mojama, el bonito o melva (garrofeta), la sardina, el capellán, el mújol, la maruca o corvina…son un auténtica gozada que podemos disfrutar simplemente con pan y aceite de oliva virgen (en nuestra tienda Melicatessen podrás encontrar aceite autóctono de La Marina), acompañado si lo preferís de un poco de tomate.

La salazón procede de nuestra cultura gastronómica y alimentaria. De hecho, es un método tradicional para preservar los alimentos y poder consumirlos durante más tiempo. Se sabe que los antiguos egipcios ya ponían las carnes en salazón para almacenarlas y mantenerlas comestibles durante largos periodos. También hay evidencias de similares usos en la China del tercer milenio antes de Cristo.

Realmente lo que hace la salazón es deshidratar parcialmente los alimentos, lo que también ayuda a reforzar su sabor. Podemos salar frutas y vegetales, aunque lo más frecuente es hacer salazones de carnes y/o pescados. A menudo se suele emplear para la salazón una mezcla de sal acompañada con nitrato sódico y nitrito. Es muy habitual también acompañar la sal con sabores como pimentón, canela, semillas de eneldo o mostaza.

¿Cómo se preparan los salazones en La Marina?

  1. Limpiar las vísceras dejando sólo la carne magra y la espina dorsal.
  2. Se pone una capa de sal de un centímetro de espesor como lecho y se coloca el pescado extendido sobre su superficie. Sobre la capa anterior de pescado se pone otra capa de sal del mismo grosor y se repite la operación obteniéndose diferentes capas de sal y pescado. Finalmente sobre la última capa de sal se pone un peso (Por lo menos la mitad del peso del pescado en salazón)
  3. El producto necesita ahora reposar. Para ello el apilamiento anterior se mantiene semana y media en reposo
  4. Tras el tiempo establecido de reposo se saca el pescado y se lava con una solución de agua y vinagre (al 10%)
  5. Después del correspondiente lavado se pone al aire en un sitio con corrientes de aire pero que no le dé directamente el sol. Según el clima del lugar se deja unos días. En preparaciones como hueva o mojama las capas permanecen en reposo durante 24 horas, para posteriormente lavarlas e introducirlas en prensas que escurren el agua. Tras pasar por el secadero se envasan al vacío.
  6. Por último haremos el secado. Tiene lugar en la secadora, una habitación aislada con extractor de humedad que aplica calor seco (su uso es exigido por sanidad).

 

¡¡Y a disfrutar!! Buen provecho.

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Baix la mar

El barrio de Baix la Mar: cuna de pescadores

El barrio de pescadores, también conocido como Baix la Mar (por su cercanía al puerto y al tramo costero) es visita obligada o, al menos, merece un tranquilo paseo en el que poder ir descubriendo plazas y rincones con encanto donde aún se adivina la vida y costumbres de aquellos dianenses vinculados durante tantas décadas a la pesca, al comercio y, en definitiva, al mar.

La trama urbana actual del barrio Baix la mantiene su origen en el siglo XIX, aunque muchas de sus calles ya estuvieron ocupadas por los árabes con el nombre de Raval de la Mar o Raval Marítimo. De hecho, de los cuatro ravales de la época islámica, este último era, con toda probabilidad, el más relevante de todos. Así pues, durante nuestro recorrido habremos de fijarnos en la escasa altura de las viviendas y edificaciones (máximo dos alturas) además de en la forma de sus calles estrechas y plazoletas características, en muchas de las cuales será posible identificar algún elemento histórico o artístico que explica su trayectoria vital. Es el caso de la Plaza de Sant Antonio la conocida como Plaçeta de la Creu, reconocible porque hay una cruz ubicada en la parte central junto a una pequeña fuente y  un panel de cerámica de San Pere.

Para reponer fuerzas o simplemente tomar una cerveza os recomendamos que hagáis un alto en el camino en la plaza Mariana Pineda, lugar ideal para disfrutar dela brisa al atardecer o reservar mesa para cenar durante los meses de verano. Precisamente en este emplazamiento, además de haberse rodado en el pasado multitud de películas, se celebraba siempre hacia finales de agosto un festival de variedades y expresión libre llamado la Flexió Verbal, que contribuía a dotar de un aire bohemio este punto ubicado en el corazón de Baix la Mar. Hoy día este bullicioso pero encantador rincón es una referencia, no sólo para el turista de la ciudad sino también para los propios dianenses, testigos del paso del tiempo en este punto neurálgico.

Volviendo hacia la fachada marítima un paseo conocido como El Raset (lugar en el que fue proclamado como Rey el Archiduque Carlos de Austria, dando lugar  a comienzos del siglo XVIII a la Guerra de Sucesión), donde las antiguas tabernas y casas de pescadores han dejado paso hoy a tiendas de souvernis, restaurantes y locales de copas. Y es que poblada de terraza, pubs y bares donde tapear, Baix la Mar se ha convertido en un barrio tan pintoresco como emblemático, concentrando buena parte de la oferta gastronómica y de ocio de la ciudad, la cual convive con esta idiosincrasia reposada y tranquila que siempre ha distinguido a esta zona de la ciudad.

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L’Alfàs del Pi: la pequeña Noruega

No es necesario ir a Noruega para sentirte como en Noruega. Al menos eso es lo que pensarán en la Marina Baixa, concretamente en la zona de la playa de l’Albir y, especialmente, en Alfàs del Pi. En torno a este pequeño municipio de La Marina Baixa se concentra la mayor colonia Noruega fuera del país escandinavo. De hecho, de los 17.000 noruegos, aproximadamente, que viven en España, más de 9.000 residen en la provincia de Alicante, con una especial concentración en esta zona muy próxima a Benidorm, donde se calcula que pueden residir alrededor de 5.000 de ellos.

La importancia de esta zona es tal que Alfaz del Pi (L’Alfàs del Pi, en valenciano) es la sede de un consulado noruego. El clima, benigno especialmente en invierno con muchas horas de sol y temperaturas suaves, es ideal para los residentes que proceden del norte de Europa, donde la estación invernal obliga a permanecer la mayor parte del tiempo en casa debido al intenso frío.

El perfil del noruego que hay en La Marina Baixa pertenece a alguien de entre 60 y 65 años y se ha asentado en esta zona aprovechando una generosa pensión de jubilación que apenas si se ve afectada por posibles crisis económicas. De esta forma, la sociedad del bienestar social del país escandinavo reporta lo suficiente para que muchos noruegos se instalen en esta zona de la provincia de Alicante buscando las bondades curativas del sol.

A ello se une todo un marco de crecientes negocios que llaman la atención de las compañías de viaje y de los mayoristas noruegos, caso de balnearios o clínicas terapéuticas cuya relación calidad/precio/servicios agradan y mucho a los escandinavos, posibilitando la aparición de un nuevo nicho de mercado para las empresas e inversores de La Marina.

La importancia de la colina establecida en La Marina se materializa en el Club Noruego de L’Alfàs, que tiene un papel destacable en la vida social y económica del municipio, como quedó de manifiesto con la construcción de la recién inaugurada capilla de San Olav, patrón de Noruega, que se edificó en honor de la princesa Kristina en Covarrubias, localidad burgalesa en la que reposan sus restos.

El Club Noruego está haciendo un gran trabajo para intentar que la comunidad noruega se integre en la sociedad española, para lo cual ofrece cursos de español y excursiones por el país que les permitan conocer nuestra cultura.

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Mirador del Coll de Rates

Caminando por la Marina: De Alcalalí al Coll de Rates

Hay muchas formas de recorrer La Marina. Una de ellas es caminando, a través de sus numerosas rutas de senderismo. En este nuevo post de la Guía del Turista os invitamos a que nos acompañéis hasta la Vall del Pop para darnos un paseo que nos lleve desde Alcalalí hasta el Coll de Rates, desde donde disfrutaremos de unas bonitas panorámicas. La ruta es de poco más de 10km. y se puede hacer en unas 3 horas y media.

La ruta parte de la plaza del Ayuntamiento de Alcalalí. Tomaremos la calle Ravalet y al final de la misma giraremos hacia la derecha para alcanzar el río Xaló. A los pocos metros nos desviaremos a la izquierda para cruzar el mismo, frente a una gran balsa, y seguiremos nuestra ruta por una pista asfaltada que recorre campos de naranjos, almendros, olivos y vides. Llegaremos hasta un cruce. En este primero, deberemos seguir por la izquierda, pero cuando nos topemos con una segunda intersección, giraremos a la derecha, continuando siempre por la vía principal. Un algarrobo sostenido por un pilar de piedra nos indicará que el camino es correcto.

Más tarde dejaremos una pista de tierra a la derecha y proseguiremos recto hasta llegar al inicio del Camí de Tàrbena indicado con una señal vertical. Nuestro recorrido seguirá por esta antigua vía de comunicación para iniciar progresivamente el ascenso. Tras 1’5km. de subida, y tras llegar a la cima, nuestra ruta enlazará con el PR CV158 El Carrascar de Parcent, que nos llevará hasta uno de los principales puntos de interés: el mirador del Coll de Rates, un paso que comunica les Valls del Pop i de Tàrbena que históricamente fue frecuentado por bandoleros. El mirador nos permitirá disfrutar de unas vistas fantásticas.

Cuando hayamos descanso,  iniciaremos el descenso por la misma vía. La senda, conocida como el Camí de les Revoltes o de la Pansa, nos permitirá observar los escalones de piedra que, antaño, facilitaban el tránsito de la gente entre los pueblos de Tàrbena y Alcalalí a pie, en burro o mula. Durante el descenso podremos observar el perfil de la población de parcent así como percibir los aromas de algunas especies típicas del Mediterráneo como el romero, el tomillo o el brezo.

Enlazaremos con el Camí dels Pous, dejando atrás uno de los pozos que da nombre al camino y llegaremos finalmente a la carretera, para girar a la derecha en dirección hacia Alcalalí hasta llegar al Camí dels Molins. Por este último habremos de seguir durante un trecho, con la única compañía de naranjos y almendros a ambos costados, hasta llegar a la ermita de San Joan Mosquera, que formaba parte de una antigua alquería morisca. Una vez aquí habremos de continuar en dirección Alcalalí a través del camino inicial.

¡No olvidéis llevar calzado cómodo, protección solar y una mochila con agua y algo de comer!

Aquí tenéis más información de la ruta.

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Les Coques de la Marina

Les Coques de La Marina

La Marina sabe a gastronomía y de la buena. Arroces, mariscos como la gamba roja, las tellinas o erizos, salazones y envinagrados, arroces de diferentes tipos (secos, melosos y caldosos), productos del campo y de la huerta que terminan confluyendo en el tradicional “aspencat”, “esgarrat” o “tomacat”… muchas son las viandas y manjares que ofrece esta tierra de mar y montaña. Pero hoy queremos hacer hincapié en una de sus especialidades más exquisitas: Las cocas.

Aunque parezcan pizzas, no lo son. Ni tienen por qué ser redondas ni llevan tantos y tan variados ingredientes sobre su masa. Por cierto, y nunca mejor dicho: la diferencia está en la masa, que en el caso de las cocas tiene más aceite y mantequilla, lo que le otorga un sabor característico y una esponjosidad singular. El tipo de harina que utilicemos (lo más hidratada posible con agua y aceite virgen extra) y el proceso de fermentación de la misma (preferiblemente lento) influirán y mucho en el éxito del resultado final.

Las cocas de la Marina son una tradición transmitida de generación en generación y recogida hoy día por panaderías y restaurantes que en distintos municipios trabajan y ofrece este producto exquisito. Básicamente es una conjunción de masa y verdura, pese a que también pueden combinarse con embutidos y algunos salazones. Y, sobre todo, requieren de mucho cariño y el toque de horno de leña adecuado si queremos probar las cocas características.

En el ránking de ‘coques’ más solicitadas está primeramente la de ‘tomacat’ (pisto, para algunos), seguida por algunas clásicas como la de cebolla con embutido, la de guisantes o la de aceite y sal con embutidos o anchoa. Es cierto que se han recuperado variedades que seducen al paladar como la de foie con cebolla confitada, la que lleva sobrasada con nueces o higos así como aquella que combina rúcula y queso con pasas, si bien ello ya dependen de la oferta del establecimiento y el gusto del comensal. No desmerece la coca de gamba y acelgas (gamba amb bledes, en valenciano) o la de hierbas silvestres.

De un tipo u otro, los expertos recomiendan comerla caliente, cuando se ha terminado de sacar del horno, para poder saborearlas por completo. ¡Disfrutarlas y que aproveche!

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Torrecarrals2

De ruta por La Marina: Torrecarrals, la Olivera del Diluvi y la Vía Verde

Practicar senderismo, hacer un poco de ejercicio, dar un paseo al aire libre, estirar las piernas…lo podemos llamar de muchas formas. Para todo ello necesitamos voluntad, buen tiempo y rutas, a poder ser, sencillas y atractivas. Todos estos requisitos se cumplen en La Marina. De hecho, en el blog de la Guía del turista ya os hemos facilitado en artículos anteriores algunas rutas interesantes para disfrutar.

Hoy os proponemos otra de ellas, que nos permitirá disfrutar de Torrecarrals, la llamada Olivera del Diluvi i La Vía Verde, que ocupa el antiguo trazado del ferrocarril que unía Carcaixent y Dénia, suprimido en 1969. La ruta, de carácter circular, discurre mayoritariamente por el término municipal de Dénia, hasta su extremo oeste, en la confluencia de los términos de Ondara y El Verger, por un itinerario prácticamente llano, caracterizado por el cultivo de cítricos y bellas edificaciones de épocas pasadas.

Nuestro recorrido tiene su inicio en el camino del Pous dels Pilars, frente al nuevo Hospital de Dénia. A través de un camino asfaltado encontraremos en poco espacio de tiempo la Torre de Carrals. Situada a una altitud de 44 metros sobre el nivel del mar., esta fortificación fue construida entre los siglos XVI y XVII, es de planta cuadrangular y presenta diferentes elementos llamativos como una especie de casetón. Aunque bien merecería una visita por su arquitectura, la torre se encuentra en una propiedad privada, por lo que sólo podremos observarla desde el exterior.

Tras rebasar Torrecarrals, el camino inicia un ligero descenso y enseguida se localiza, en su margen derecho, el olivo monumental conocido como l’Olivera del Diluvi. Se estima que este magnífico ejemplar de nueve metros y medio cumple en la actualidad ochocientos años. Además de su edad y altura, destaca el tamaño de su tronco, con un diámetro de más de tres metros.

Seguimos en dirección al camino del Palmar, atravesando antes el llamado Pont de Fusta o Barranc de l’Alberca, por donde fluye un pequeño río cuyo caudal varía en función de la época del año.  La ruta se adentra unos metros por el margen izquierdo del cauce, aguas abajo, para luego volver al camino del Pou dels Pilars y posteriormente conectar, en dirección norte y este, respectivamente, con los caminos del Palmar y de Pego.

Desde el Camino de Pego enlazaremos fácilmente con la citada Vía Verde, por donde circulaba antaño el tren de vía estrecha más antiguo de la península. Su primer tramo, entre Carcaixent y Gandía, data del año 1864, cuando empezó a funcionar el tranvía con tracción animal a lo largo de sus 35 km de vías. En 1884 se realizó la prolongación hasta Denia, ya como un ferrocarril de tracción a vapor. Hoy en día este trazado se ha convertido en un magnífico itinerario para el disfrute de ciclistas y peatones. Dispone de señalización y áreas de descanso, permitiendo disfrutar del paisaje rural y agrícola típico de esta zona del mediterráneo.

Abandonada la Vía Verde, la ruta se adentra, en dirección sur, por la Colada de Sant Pere y el Camí de la Bota, por una zona en la que destacan antiguas edificaciones residenciales de gran belleza arquitectónica situadas en el Tossalet d’Ametla , el Tossalet del Carmen y sus inmediaciones. Por último, a través del Camí Vell de Ondara, nuevamente en dirección oeste, retornaremos a nuestro lugar de origen, poniendo fin a esta entretenida ruta.

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