Una de las joyas de la Costa Blanca. Patrimonio, naturaleza, historia…y todo, a un paso del mar. Hablamos de Guadalest, un pueblo que ha sabido mantener, a través del tiempo, los rasgos más típicos de las poblaciones del interior alicantino y que se ha convertido en uno de los puntos más visitados por los turistas que cada año llegan a la Costa Blanca.
Guadalest es una referencia de visita obligada. Esta pequeña población, archiconocida por el castillo que la protege y el pantano que la abastece, se sitúa en el interior de la Marina Baixa, a 595 metros de altitud, entre las sierras de Xortà y Serrella al norte y la sierra Aitana al sur.
El castillo y la Casona de los Orduña
El municipio fue declarado conjunto histórico-artístico en 1974 por su riqueza y singularidad, destacando la presencia del castillo medieval de San José (Fortaleza del siglo XI creada por los musulmanes y reconquistada por Jaume II) que resiste como buenamente puede al paso de los años con la protección de la antigua muralla. Y es que, a pesar de los terremotos (1644 y 1748) y ser volado en la Guerra de Sucesión (1708), todavía conserva parte del lienzo de esta última demás de la cisterna y la torre del homenaje.
El acceso a la fortaleza, a través de un túnel excavado en la misma roca que sirve de entrada a la población, deja ver tras la misma los restos de una antigua fortificación conocida como la Alcozaiba, que fue construida por los antiguos pobladores para defender la villa. Descendiendo de la peña por una antigua escalinata llegaremos a la zona del Arrabal, de creación más reciente, y la casona señorial de los Orduña, con su escudo en la puerta.
La Casa fue construida después del gran terremoto de 1644 que asoló la comarca y arruinó las dependencias del castillo. Fue levantada con madera, yeso y losetas de cerámica por la Familia Orduña, estirpe de origen vasco que había llegado a El Castell de Guadalest como gente de confianza de los Cardona, Almirantes de Aragón, y que continúa dando nombre a esta vivienda de varios niveles. En su planta baja había una gran sala de entrada, bodega, cocina, comedor, despensas, corrales, caballerizas y pajar. En otras plantas encontramos diferentes dormitorios y dependencias.
El Arrabal
Si salimos de la Casa de los Orduña deberemos llegar a la calle principal del pueblo, donde podremos admirar la arquitectura de sus casas de una sola planta, blancas y luminosas. Al final de esta calle, en la plaza, se encuentra el edificio del Ayuntamiento que antiguamente fue también juzgado y prisión. Y muy cerca, la iglesia parroquial de la Asunción de la Virgen, construida en el siglo XVIII.
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