molins pedreguer

Mucho más que molinos de viento

La arquitectura y el patrimonio rural están de moda. Tal y como ha sucedido con los Riuraus, revalorizados gracias a la puesta en marcha de iniciativas como una ruta comarcal y distintos catálogos (fruto de la colaboración entre administración y empresas), los molinos de viento vuelven a cobrar vida. El ejemplo lo tenemos en Pedreguer, donde su ayuntamiento ha puesto en marcha una iniciativa para recuperar las estructuras sobre el Tossal, coronado desde hace más de un centenar de años por dos molinets harineros que se han convertido en auténticos iconos del municipio.

Redactado por el arquitecto Josep Ivars, experto en patrimonio, los molinos se han rehabilitado a través de la actuación de los trabajadores del taller de empleo Verd i Pedra. Estos trabajos, que están a punto de concluir, han servido para sacar de la ruina unos molinos que fueron abandonados (y posteriormente expoliados) a comienzos del siglo XX, y que han visto impasibles como el paso del tiempo iba socavando sus estructuras. De hecho, hoy día sólo quedan sus paredes, habiendo desaparecido la cubierta y la bóveda que antaño ocupaba la primera altura.

El proyecto, que también ha incluido el arreglo de sendas del término municipal, se considera absolutamente necesario para poder recuperar estas estructuras eólicas e históricas para los vecinos…además de poner en valor los molinos de cara a su difusión y promoción turística, en esta voluntad comarcal por ofrecer al visitante algo más que sol, playa…o gastronomía.

Y es que aunque se suelen confundir con antiguas torres de vigilancia, como las que dominan todo el litoral costero, se trata de elementos de primer orden que merecen ser conservados por su importancia dentro del patrimonio rural de la Marina. Un estudio de Seijó Alonso, titulado Molinos de viento en tierras alicantinas, cifró en 88 los molinos de estas características que ocupaban atrás toda la geografía valenciana. De ellos, se calcula que 37 se localizaban en la Marina Alta, lo que da cuenta de la importante actividad eólica que tenía esta comarca, en la que se aprovechaba la fuerza del viento para moler los cereales.

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