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Sobre la bici: escalando el Macizo del Puig Llorença

La Marina es un paraíso en muchos sentidos. También para los amantes del ciclismo, que encuentran en esta región un escenario perfecto con montaña y tramos de llano que permiten un entrenamiento óptimo para los profesionales y una experiencia fantástica para los aficionados que acostumbran a disfrutar de este deporte los fines de semana.  Todo ello, aderezado con un ingrediente fundamental: el privilegiado clima de que disponemos, con muchas horas de sol y temperaturas suaves que invitan a la práctica deportiva.

Escenarios hay muchos y variados, aunque uno de los más conocidos es la Sierra de Llorença, una pequeña y estrecha alineación montañosa ubicada la punta de Moraira y el Cabo de la Nao.  La recordaréis si la habéis subido o la visualizaréis si pensáis en la Vuelta Ciclista a España, que lleva dos años celebrando una etapa con final espectacular en la cumbre del Puig Lorença (la urbanización que la habita y da nombre a la etapa se conoce como Cumbres del Sol), a 440 metros sobre el nivel del mar y cuya ascensión asegura una dura y sufrida batalla hasta alcanzar la meta. De hecho, esta cima es ya uno de los lugares más solicitados para los amantes del turismo deportivo que atrae por igual a leyendas del ciclismo como Induráin y Perico Delgado, o a ciclistas aficionados anónimos de algunos países de Europa, especialmente de Países Bajos, donde existe una gran pasión por el deporte de la bicicleta.

Todo ello ha ido contribuyendo a que El Poble Nou de Benitatxell se esté convirtiendo en uno de los lugares de referencia para el ciclismo internacional. De hecho, el municipio ha comenzado a promocionarse en algunos países de Europa como destino de turismo deportivo.

Subiros a la bici… ¡y seguidnos!

Una vez analizada la teoría, vayamos a la práctica. Subiros a la bici que arrancamos. Comenzaremos la ascensión al puerto en el núcleo de Alcásar, pedanía de Benitachell. Dicho municipio cuenta con unos 5700 habitantes (2012), siendo más del 70 % de su población de origen extranjero. Se trata de una intensa subida, sin apenas respiro, aunque que en su primera parte encontramos un pequeño resguardo con la existencia de una urbanización. Sin embargo, pasada la misma, el recorrido queda abierto a la entrada del viento o el calor, que pueden incrementar la dureza del ascenso. Lo mejor es marcar un ritmo constante, no agobiarse, apretar los dientes y tirar hacia arriba.

Como premio final, disfrutamos de magníficas panorámicas del Mar Mediterráneo, con posibilidad de divisar la isla de Ibiza, la isleta de Benidorm, el cabo de San Antonio, la Nao, Ifach, Albir y casi la totalidad de la comarca de la Marina. ¡Ánimo, que merece la pena!

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