Si hay algún medio de transporte que vertebre desde hace años las dos comarcas que forman La Marina es el ferrocarril. El también llamado Trenet de la Marina ya es centenario. Muy lejos ha quedado aquel 28 de octubre de 1914 cuando su locomotora se dejó escuchar por primera vez, en una fecha que supuso un hito en el desarrollo económico de ambos territorios, separados por el puente del Mascarat.
Fue el Rey Alfonso XIII (bisabuelo del actual monarca español) quién puso la primera piedra en La Vila al son de las bandas de música que saludaban aquellos primeros vagones, que en menos de un año, en concreto el 11 de julio de 1915, llegaban a Dénia gracias a la prolongación de la vía. Lo hizo una locomotora que transportaba plantas, flores y banderas, y que arrastraba cinco coches de primera, uno de segunda, uno de tercera y un coche salón.
Cerca de 2.000 trabajadores participaron en las obras, que se vieron obligadas a detenerse durante un breve tiempo con el estallido de la Primera Guerra Mundial, que afectó a la constructora, de origen francés. No obstante las obras avanzaron a buen ritmo, dando como resultado una fabulosa obra de ingeniería (que aún es referente, hoy día) necesaria para salvar sierras, desfiladeros, ríos, barrancos y acantilados. Sin ir más lejos, y como ejemplo, recordar que el itinerario cuenta con 2,5 kilómetros de túneles, 7 viaductos y 17 puentes.
La creación del ferrocarril, en una época donde los coches y camiones en España tenían un papel poco menos que testimonial, impulsó el desarrollo económico y demográfico de ambas comarcas, al posibilitar un transporte de personas y mercancías más rápido y eficiente, contribuyendo al mismo tiempo a la expansión de los puertos de Alicante, Altea y Dénia.
Pero su más que acreditado papel como símbolo de la llegada del progreso a toda la zona norte de la provincia alicantina fue dejando lugar, con el paso del tiempo, a un papel secundario a medida que mejoraban las infraestructuras. Más cuando la aparición de modernos sistemas de transporte no ha ido la misma velocidad que las mejores introducidas en la línea. De hecho, para cubrir la distancia entre Dénia y Alicante (alrededor de 100 kilómetros) se requieren más de dos horas y media. La orografía del terreno (junto a la falta de financiación, dificultades para las expropiaciones de terrenos y otros intereses ‘ocultos’) provocaron que sus vagones tengan que desplazarse sobre una vía estrecha, con velocidades que oscilan entre los 42 y los 48 kilómetros/hora.
Sin embargo, la importancia y gran cantidad de municipios que conecta, los bonitos paisajes que permite disfrutar al viajero y el encanto que siempre destila cualquier trayecto en tren le han conferido una destacada relevancia turística. Sin olvidar la modernización (lenta, pero progresiva) de los vagones, que se han ido sustituyendo por tranvías de última generación.
Antiguo, algo caduco, pero simbólico e igual de necesario. Es el Trenet de la Marina.