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Una escapada por Llíber: ¿Te apetece?

Atractivo por sus calles y fachadas, Llíber es la más pequeña pero, a la vez, la más coqueta población con las que cuenta la Vall del Pop, en la comarca de la Marina Alta.  Vecina de Xaló, con la que comparte la cultura vitivinícola, Llíber cuenta con una situación geográfica privilegiada, ya que se encuentra protegido por las sierras de Bernia y el Castell de la Solana, y bañado por el río Gorgos.

La iglesia de San Cosme y San Damián, del siglo XIX, es uno de sus principales atractivos tanto por su tamaño como por su trascendencia espiritual y simbólica para los habitantes de esta población. La subida al Calvario, que nos regalará unas fantásticas panorámicas de todos los alrededores del municipio, bien merece la pena. En esos alrededores se incluye, como exponente, el paraje de la Font d’Aixa, que se halla en un estrecho valle entre montañas, recoge numerosas especies de flora que le dan un carácter singular y ofrece al visitante momentos de sosiego.

Además de su arquitectura característica, con una estructura empedrada que por momentos nos traslada hasta la época medieval, Llíber respira uva, pasa y vino. El pueblo está rodeado por cepas de vides que dibujan un paisaje agrícola y de extraordinaria belleza, a sólo un paso del mar. Precisamente la brisa marinera que se adentra hasta la Vall del Pop confieren a estas tierras un carácter especial para el cultivo de los caldos, destacando la producción del conocido y apreciado vino Moscatel.

Esta tradición en el cultivo y elaboración de la uva tiene una rica historia que todavía puede rememorarse a través de los riusraus que se reparten por todo el térmiino del municipio, y que dan lugar a una pequeña pero interesantísima ruta que os recomendamos encarecidamente. Ya sabés que los riuraus son construcciones agrícolas tradicionalede piedra, cuya presencia va íntimamente ligada a esta parte concreta del Mediterráneo español y valenciano. Se caracterizan por sus amplias arcadas en los laterales, donde se deja secar la uva al sol sobre unos cañizos preparados para ese menester.

Pero, en estas tierras de vino, sol y brisa mediterránea también hay lugar para los almendros, que se reparten entre los bancales para proporcionaros un espectáculo sin parangón con la llegada del invierno, cuando llega la época de floración y el campo se viste de rosa y blanco.

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