Capital administrativa de la Marina Baixa, pero a la sombra de otros municipios más turísticos de la zona como Altea o, sobretodo, Benidorm, La Vila guarda un encanto casi oculto que merece ser descubierto, más allá de sus afamados moros y cristianos, que se celebran desde 1694.

Darnos un paseo por La Vila nos permitirá descubrir una población llena de historia, desde sus primeros pobladores de la Edad de Bronce, pasando por romanos (época en que la ciudad alcanzó un gran auge del que se conservan restos y vestigios que se pueden visitar en el Museo Arqueológico Municipal),  o la  Edad Media, cuando acostumbraba  recibirse la desafortunada visita de los piratas berberiscos. De hecho la ciudad tuvo un castillo que buscaba proteger a la población distintos peligros, entre los que se encontraban los mencionados saqueos.

Pero no es objeto de este artículo relataros la rica cronología histórica de la ciudad, sino acompañaros en un paseo que nos llevará a descubrir algunos de sus principales rincones que merecen una visita. Es el caso del barrio de La Ermita de San Antonio. Cercano al casco urbano de Villajoyosa, se trata de un núcleo rural de carácter fundamentalmente agrícola, donde la tradición y el conjunto de edificios de los siglos XVIII, XIX y comienzos del siglo XX suponen un gran atractivo para el visitante.

No menos interesante resulta el llamado barrio del Mercado. En él, la calle Canalejas (antigua calle Nueva) tuvo antaño un gran protagonismo, al concentrar la expansión de la ciudad entre 1850 y 1870. Junto a la calle Colón y la antigua calle Llimons (hoy Dr. Álvaro Esquerdo), constituyeron los tres ejes del crecimiento de la ciudad hace algo más de un siglo. Esta zona posee numerosos establecimientos comerciales, además del propio mercado municipal.

Precisamente la calle Colón igualmente merece un recorrido por el curioso conjunto de edificios que se levantan en la conocida como antigua carretera de Valencia, y principal arteria de la ciudad años atrás. Hoy día forma un paseo muy agradable jalonado de comercios y cafeterías, que no renuncia a seguir siendo el corazón de Villajoyosa.