En interior de La Marina, en una de sus Valls, se halla uno de los enclaves subterráneos más significativos del levante español. Hablamos de la Cova del Rull, un lugar de especial interés geológico por la gran cantidad y espectacularidad de estalagmitas, estalactitas, coladas y banderas que presenta en su interior, con un origen y una morfología muy diversa.
Y cazando conejos…
Si su atractivo es importante por su valor geológico, su origen es reciente y, especialmente, curios. De hecho, la Cova del Rull se descubrió hace menos de un siglo, en 1919, por José Vicente Mengual, conocido por el ‘Tío Rull’, cuando salió de cacería. Persiguiendo con su perro a un conejo, éste entró en un agujero.
Según se cuenta, soltó un hurón para obligar a salir al conejo, aunque no salió ninguno de los dos. Movido por la curiosidad, al día siguiente volvió al mismo sitio para ver qué había sucedido. Al llegar, quitó unas piedras del agujero y sorprendentemente se encontró con la cueva a la que dio nombre con su apodo.
En los años sesenta, debido al auge del turismo, el “tío Rull” decidió abrirla al público tras acondicionar algunos pasillos para facilitar su acceso y visita. Al morir el propietario, la cueva pasó a propiedad de sus herederos, que la mantuvieron cerrada hasta que en 1995 la vendieron a la Administración Pública, abriéndose de nuevo al turismo. Para ello, el Ayuntamiento adecuó sus instalaciones de acuerdo con la normativa vigente para crear un recorrido más entretenido, didáctico y, sobre todo, seguro.
220 metros de visita guiada
Gracias a esa actuación, la cueva es hoy día perfectamente visitable. El trayecto de la visita tiene una longitud de 220 metros y un desnivel de 19 metros. Se realiza en sentido circular y permite admirar, desde diferentes perspectivas, el grandioso paisaje subterráneo de este paraje, oculto hasta hace poco más de un siglo. La visita es guiada, tiene una duración de 45 minutos y es apta para todos los públicos.
Desde la Guía del Turista, os recomendamos esta visita, así como al municipio de la Vall d’Ebo, de la que depende. Precisamente de Ebo os hablaremos en otro post. Un lugar atractivo y también con mucho encanto.