Les Coques de la Marina

Les Coques de La Marina

La Marina sabe a gastronomía y de la buena. Arroces, mariscos como la gamba roja, las tellinas o erizos, salazones y envinagrados, arroces de diferentes tipos (secos, melosos y caldosos), productos del campo y de la huerta que terminan confluyendo en el tradicional “aspencat”, “esgarrat” o “tomacat”… muchas son las viandas y manjares que ofrece esta tierra de mar y montaña. Pero hoy queremos hacer hincapié en una de sus especialidades más exquisitas: Las cocas.

Aunque parezcan pizzas, no lo son. Ni tienen por qué ser redondas ni llevan tantos y tan variados ingredientes sobre su masa. Por cierto, y nunca mejor dicho: la diferencia está en la masa, que en el caso de las cocas tiene más aceite y mantequilla, lo que le otorga un sabor característico y una esponjosidad singular. El tipo de harina que utilicemos (lo más hidratada posible con agua y aceite virgen extra) y el proceso de fermentación de la misma (preferiblemente lento) influirán y mucho en el éxito del resultado final.

Las cocas de la Marina son una tradición transmitida de generación en generación y recogida hoy día por panaderías y restaurantes que en distintos municipios trabajan y ofrece este producto exquisito. Básicamente es una conjunción de masa y verdura, pese a que también pueden combinarse con embutidos y algunos salazones. Y, sobre todo, requieren de mucho cariño y el toque de horno de leña adecuado si queremos probar las cocas características.

En el ránking de ‘coques’ más solicitadas está primeramente la de ‘tomacat’ (pisto, para algunos), seguida por algunas clásicas como la de cebolla con embutido, la de guisantes o la de aceite y sal con embutidos o anchoa. Es cierto que se han recuperado variedades que seducen al paladar como la de foie con cebolla confitada, la que lleva sobrasada con nueces o higos así como aquella que combina rúcula y queso con pasas, si bien ello ya dependen de la oferta del establecimiento y el gusto del comensal. No desmerece la coca de gamba y acelgas (gamba amb bledes, en valenciano) o la de hierbas silvestres.

De un tipo u otro, los expertos recomiendan comerla caliente, cuando se ha terminado de sacar del horno, para poder saborearlas por completo. ¡Disfrutarlas y que aproveche!

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El Pare Pere: Un símbolo para Dénia y La Marina

El ‘Pare Pere’ es uno de los personajes históricos más carismáticos y venerados por los ciudadanos de Denia, si bien su figura también alcanza  una gran devoción en  otros  municipios  de  la  Marina Alta. Y es que Fray  Pedro  Esteve (1583-1658) fue un personaje  capital  en  la  vida  dianense,  hasta  el  punto  de  que  a  él  se  le  atribuye  el  inicio  de  las  fiestas  patronales  de  la  Santíssima  Sang, patrona de la ciudad (tienen lugar siempre durante la primera quincena de julio y son conocidas básicamente por las actuaciones de ‘Bous a la Mar’).

Nació  en  Dénia,  en  una  casa  de  la  calle  Loreto (actualmente conocida por su carácter peatonal y por acoger un gran número de restaurantes y tascas),  donde  hay  una  placa  que  lo  atestigua,  y  su dimensión responde no sólo al tipo de vida que llevó,  caritativa y ejemplar a los ojos del cristianismo, sino también por los  milagros que se le atribuyen y que llevó a cabo durante su existencia.   El  hecho  más  relevante  que  se  le  reconoce  fue  librar  a  los  vecinos  de  Dénia  de  la  enfermedad  del  cólera.  Para  ello,  cuentan  que  en  el  año1633    hizo  sacar  en  procesión  la  imagen  de  la ‘Santísima  Sang” y,  después  de  bendecir  unos  panes,  se  los  dio  a  comer  a  los  enfermos,  quienes  según  la  tradición  sanaron  inmediatamente.

La ermita: los orígenes

Parece ser que el ‘Pare Pere’ pasó  mucho  tiempo  dedicado  al  retiro,  a  la  oración  y  a  la  meditación. Gran parte de este periplo vital lo paso en las faldas del Montgó, en el mismo lugar donde hoy día se levanta la ermita del ‘Pare Pere’, construida en homenaje  a  esta  vida  santa  y  espiritual que llevó el religioso. De hecho, junto a la ermita puede verse  la  choza  abovedada  de  piedra  en  la  que  parece  ser  que se guarecía asiduamente cuando se retiraba a rezar (según relata una tradición nunca desmetida),  y  que  también  ha  quedado  como  punto  de  peregrinación. Algunos  estudios  recientes  de  historiadores  locales  atestiguan  que  esta  construcción  se  realizó  a  modo  de  aljibe  con  el  fin  de  recolectar  aguas  pluviales  procedentes  de  las  torrenteras  del  Montgó,  en  el  S.XVII.  Lo  más  probable  es  que  el  franciscano  utilizara  este  habitáculo  para  protegerse  de  situaciones  climáticas  adversas,  ya  que su  creación  probablemente  es  anterior  a  la  ocupación  por  Fray  Pedro  Esteve.

La  construcción  de  la  ermita, situada a 2’6 km. de la ciudad, se llevó  a  cabo  en  el  S.XX., concretamente en la década de los 80.  Su  interior  alberga  escenas  (en  imágenes  de  cerámica)  de  la  vida  y  obra  de  Fray  Pedro  Esteve.  Tal y como hemos dicho está enclavada junto a la  propia  ‘caseta’  del  Pare  Pere y es un punto estratégico, no sólo por su simbolismo, sino porque a muy pocos metros de allí arranca el Camino de la Colonia, arteria principal para recoger el Montgó. La ermita se puede  alcanzar  ascendiendo  por  el  camí  de  Sant  Joan  y  posteriormente  el  Camí  del  Assagador  de  Santa  Llúcia; o bien  iniciar  el  recorrido  desde  la  Plaza  de  Jaime  I  tomando  la  Avda.  del  Montgó  y  seguidamente  el  Camí  Pou  de  la  Muntanya  hacia  arriba,  para  después  seguir  la  indicación  que  nos  conducirá  por  la  carretera  de  la  Colònia  del  Montgó.

Una  vez  terminada  la  visita,  podemos  aprovechar  para  recorrer  el  “Via  Crucis”  que  asciende  por  el  Montgó  y  nos  regala  unas  espectaculares  vistas  de  Dénia  y  alrededores,  además de  invitarnos  a  disfrutar  de  la  naturaleza.    La  caseta  del  Pare  Pere  permanece  siempre  abierta, aunque para visitar la ermita deberemos ceñirnos al horario en el que oficia la misa y tienen lugar otras actividades litúrgicas.

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De ruta por La Marina: Torrecarrals, la Olivera del Diluvi y la Vía Verde

Practicar senderismo, hacer un poco de ejercicio, dar un paseo al aire libre, estirar las piernas…lo podemos llamar de muchas formas. Para todo ello necesitamos voluntad, buen tiempo y rutas, a poder ser, sencillas y atractivas. Todos estos requisitos se cumplen en La Marina. De hecho, en el blog de la Guía del turista ya os hemos facilitado en artículos anteriores algunas rutas interesantes para disfrutar.

Hoy os proponemos otra de ellas, que nos permitirá disfrutar de Torrecarrals, la llamada Olivera del Diluvi i La Vía Verde, que ocupa el antiguo trazado del ferrocarril que unía Carcaixent y Dénia, suprimido en 1969. La ruta, de carácter circular, discurre mayoritariamente por el término municipal de Dénia, hasta su extremo oeste, en la confluencia de los términos de Ondara y El Verger, por un itinerario prácticamente llano, caracterizado por el cultivo de cítricos y bellas edificaciones de épocas pasadas.

Nuestro recorrido tiene su inicio en el camino del Pous dels Pilars, frente al nuevo Hospital de Dénia. A través de un camino asfaltado encontraremos en poco espacio de tiempo la Torre de Carrals. Situada a una altitud de 44 metros sobre el nivel del mar., esta fortificación fue construida entre los siglos XVI y XVII, es de planta cuadrangular y presenta diferentes elementos llamativos como una especie de casetón. Aunque bien merecería una visita por su arquitectura, la torre se encuentra en una propiedad privada, por lo que sólo podremos observarla desde el exterior.

Tras rebasar Torrecarrals, el camino inicia un ligero descenso y enseguida se localiza, en su margen derecho, el olivo monumental conocido como l’Olivera del Diluvi. Se estima que este magnífico ejemplar de nueve metros y medio cumple en la actualidad ochocientos años. Además de su edad y altura, destaca el tamaño de su tronco, con un diámetro de más de tres metros.

Seguimos en dirección al camino del Palmar, atravesando antes el llamado Pont de Fusta o Barranc de l’Alberca, por donde fluye un pequeño río cuyo caudal varía en función de la época del año.  La ruta se adentra unos metros por el margen izquierdo del cauce, aguas abajo, para luego volver al camino del Pou dels Pilars y posteriormente conectar, en dirección norte y este, respectivamente, con los caminos del Palmar y de Pego.

Desde el Camino de Pego enlazaremos fácilmente con la citada Vía Verde, por donde circulaba antaño el tren de vía estrecha más antiguo de la península. Su primer tramo, entre Carcaixent y Gandía, data del año 1864, cuando empezó a funcionar el tranvía con tracción animal a lo largo de sus 35 km de vías. En 1884 se realizó la prolongación hasta Denia, ya como un ferrocarril de tracción a vapor. Hoy en día este trazado se ha convertido en un magnífico itinerario para el disfrute de ciclistas y peatones. Dispone de señalización y áreas de descanso, permitiendo disfrutar del paisaje rural y agrícola típico de esta zona del mediterráneo.

Abandonada la Vía Verde, la ruta se adentra, en dirección sur, por la Colada de Sant Pere y el Camí de la Bota, por una zona en la que destacan antiguas edificaciones residenciales de gran belleza arquitectónica situadas en el Tossalet d’Ametla , el Tossalet del Carmen y sus inmediaciones. Por último, a través del Camí Vell de Ondara, nuevamente en dirección oeste, retornaremos a nuestro lugar de origen, poniendo fin a esta entretenida ruta.

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Marqués  de  Campo: Emblema de Dénia y de La Marina

La Marina Alta ofrece paisajes rurales, urbanos y costeros espectaculares y emblemáticos. Uno de ellos, sin duda, es la  calle  Marqués  de  Campo  de Dénia.  Esta coqueta calle que desemboca en el mar no sólo es la arteria principal  de  esta ciudad sino también  una  de  las  referencias  urbanas  de  la  Marina  Alta.  Constituye  el  centro  vital  y  neurálgico  de  Dénia,  pues  allí  residen  una  gran  cantidad  de  bancos,  comercios,  cafeterías  y  restaurantes,  que  sacan  sus  sillas  y  mesas  ocupando  toda  la  calle  cuando  ésta  se  cierra  durante  los  fines  de  semana,  en  periodos  festivos  y  en  jornada  vespertina  cada  verano.  Esta  medida  favorece  el  tránsito  de  peatones  e  incrementa  el  ambiente  y  atractivo  de  este  singular  vial,  al  que  distinguen  los  enormes  árboles  plataneros  que  la  revisten  y  una  gran  cantidad  de  edificios  que  conservan  su  fachada  de  época.

Debe  su  nombre  a  D.  José  Campo,  alcalde de Valencia e importante  personaje  del  S.  XIX  que  realizó  grandes  mejoras  en  la  ciudad,  tales  como  la  creación  de  una  fábrica  de  gas  para  el  alumbrado,  la  implantación de la vía  de  Ferrocarril  Dénia-Carcagente  y  la  iniciación  y  constitución  de  la  Sociedad  de  Obras  del  Puerto. Su legado fue tan destacado que el Rey Alfonso XII le concedió el título de Marqués, de ahí el nombre de calle Marqués de Campo. Actualmente  es  escenario  insustituible  de  un  gran  número  de  eventos  que  se  celebran  en  la  ciudad,  caso  del  gran  desfile  de  carrozas  y  comparsas  (fiesta  de  interés  turístico  provincial,  celebrado  durante  las  fiestas  patronales  de  julio)  así  como  el  espectacular  desfile  de  gala  de  moros  y  cristianos,  cada  15  de  agosto.

Referente  histórico  y  urbanístico  Marqués  de  Campo  es  una  de  las  calles  que  más  ha  marcado  el  devenir  de  la  configuración  de  la  ciudad  actual,  muy  especialmente  durante  finales  del  siglo  XIX  e  inicios  del  XX.    Es  también  eje  principal  del  conocido  en  Dénia  como  ensanche  de  extramuros,  ya  que  tras  el  derrocamiento  de  las  murallas  se  incorpora  a  la  ciudad  toda  la  zona  que  se  estaba  creciendo  fuera  del  recinto  amurallado.

Exponente de la época dorada de Dénia: el comercio de la pasa

Se  desarrolló  en  2  fases,  coincidiendo  fundamentalmente  con  la  importancia  creciente  del  comercio  de  la  pasa:  en  1880  se  iniciaron  las  primeras  alineaciones  y  obras,  y  en  1890  se  inaugura  el  Hotel  El  Comercio,  consolidando  así  el  primer  tramo  entre  las  actuales  calles  Carlos  Sentí  y  Diana.    En  la  parte  de  poniente  encontramos  los  mejores  ejemplos  de  vivienda  de  la  época,  con  su  homogeneidad  y  unidad.  En  esta  vía    se  situó  también  el  Teatro  Principal,  edificado  en  el  año  1869  y  actualmente  desaparecido.  La  apertura  del  2º  tramo,  que  conducía  al  mar  queda  paralizada  debido  a  la  existencia  de  3  almacenes,  por  lo  que  hasta  el  año  1917  no  se  produce  la  apertura  total  hasta  el  mar.  Destacan  como  modelos  representativos  del  siglo  XIX  el  edificio  ubicado  en  el  nº  17,  antiguo  hotel  el  Comercio,  cuya  fachada  se  encuentra  chapada  con  azulejos  originarios  de  Portugal  con  policromía  y  motivos  geométricos;  así  como  en  el  nº  7  de  la  calle,  que  hace  esquina  con  el  nº  11  de  la  calle  Diana,  el  cual  posee  un  buen  estado  de  conservación,  datado  entre  1873  y  1900  y  con  varias  remodelaciones  posteriores.

Pero cualquier momento es bueno para pasear por este vial, contemplar sus fachadas, entrar en alguno de sus numerosos comercios o simplemente tomar un café disfrutando del paso de la gente. No dejéis de hacerlo. Es un consejo de La Guía del Turista.

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