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De vinos por La Marina

Entre los muchos encantos y atributos de los que presume La Marina se encuentra su producción vitivinícola, a la que va aparejada toda una cultura relacionada con el vino y  el maridaje gastronómico. Su tradición, las condiciones orográficas y climatológicas y las excelentes condiciones de algunos de sus suelos son los factores que explican esta íntima relación con los caldos tintos, rosados y blancos, con la uva moscatel como estrella de la corona.

Esta producción vitivinícola también explica el desarrollo del llamado enoturismo, cada vez más en alza por conjugar gastronomía, medioambiente, cultura y ocio.  Enoturismo que lleva a los turistas a zonas como La Vall del Pop, sin duda el mayor exponente de la tradición y pasión por el vino. En sus distintos municipios habitan distintas bodegas con caldos propios y autóctonos, que evolucionan, se diversifican y mejoran tras cada cosecha para promocionar unos caldos con personalidad propia y cada vez mayor protagonismo no sólo en el mercado nacional sino también en el internacional.

Teulada, cuna del cultivo del Moscatel de Alejandría, Benissa, Xaló (donde se encuentra la Granja-Museo y Club del Vino), Parcent…combinan la presencia de bodegas que ofrecen visitas guiadas y catas gratuitas con tiendas gourmet donde encontrar no sólo vino sino también productos relacionados con la cultura y la tradición vitivinícola, sin olvidar a distinguidos  restaurantes con menús maridados con vinos del terreno.

Ferias y jornadas temáticas, distribuidas a lo largo del año, contribuyen a exponer al gran público las virtudes de esta tierra, cuyas escarpadas montañas dibujan valles donde los terrenos escalonados reciben la influencia de los aires del Mediterráneo, en una combinación casi única. El microclima y los suelos fértiles que caracterizan el sur de Valencia y norte del a provincia de Alicante hacen el resto.

Vinos con Denominación de Origen (especialmente vinos blancos y mistelas de alta calidad), reconocidos por sus singulares condiciones y que llaman la atención de gourmets, expertos y profanos en la materia, quienes también aprovechan su visita a esta comarca para disfrutar de sus paisajes rurales y costeros, espectaculares ambos.

La Marina para vivirla, para recorrerla, para comérsela, para bebérsela…para disfrutarla. ¡Hazlo! Es un consejo de La Guía del Turista.

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Un clásico de La Marina: La Cueva de las Calaveras

La Cueva de las Calaveras, en Benidoleig, es un clásico entre los atractivos turísticos de la Marina Alta, tanto para visitantes como para los habitantes de los municipios de la misma comarca.

Más que por su espectacularidad y riqueza, la cueva resulta perfecta como entretenimiento familiar. Sus instalaciones (cuenta con servicio de bar, parque infantil…), buena accesibilidad (incluso pueden adentrarse sin problemas personas con movilidad reducida), disponibilidad (abre todos los días del año), seguridad y no excesiva longitud (440 metros) la hacen un lugar perfecto para iniciarse en la espeleología y despertar el interés por este tipo de cavidades entre los más pequeños. También podemos destacar su vertiente pedagógica, ya que permite viajar años atrás para imaginarse cómo podían vivir aquellas primeras civilizaciones de humanos.

Se desconoce exactamente el periodo en el que se formó esta cueva, originada por la erosión de un río, aunque los expertos creen que pudo haber aparecido hace alrededor de 150 millones de años. Pero si lo que buscamos son indicios de vida en el pasado, en el interior de la cueva encontraremos un depósito de hueso grande encajonado en piedra que contiene los restos de los animales que cazaban y pescaban los colonos cueva temprana,  además, los huesos de los pobladores- También se han hallado restos de sus antiguas herramientas para la caza y la matanza. Todo ello lleva a los expertos a pensar que la cueva sirvió como refugió hace unos 100.000 años, ya que los utensilios son característicos del paleolítico.

Como toda buena cueva que se preste la de Las Calaveras también presenta estalagmitas y estalactitas, siendo probablemente la más interesante una de estas últimas apodada La campana, por su parecido en la forma, grandes dimensiones y el hecho de que cuando es golpeada se produce un extraño sonido de timbre.

¿Por qué… De las Calaveras?

La Cueva siempre se ha relacionado con los huesos de restos animales y humanos. Y no sólo del Paleolítico, sino también del Neolítico (5.000 años atrás), o de la época ibero-romana, cuando la cueva acogía un santuario donde se depositaron ofrendas rituales relacionadas con la fertilidad. También se han descubierto restos humanos de la Edad Media. Por todo ello se la conoce como Cueva de Las Calaveras. La leyenda, incluso, también alude a este carácter luctuoso. Según cuenta la tradición popular, el rey Ahli Moho buscó refugio en esta cueva, acompañado de las 150 concubinas que componían su harén, cargadas de joyas y otros tesoros, pero fueron asediados y finalmente perecieron.

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Un paseo entre carrascas y fresnos: El Pla de Petracos

Aunque no son fáciles de encontrar, las carrascas constituyen una de las especies autóctonas y características del bosque mediterráneo oriental. Sin embargo, en las últimas décadas su presencia se ha visto mermada por la replantación de pinos, una especie con un crecimiento más rápido pero también más vulnerable al fuego, lo que incrementa el tamaño y espectacularidad de los incendios que desgraciadamente, y cada vez más a menudo, afectan a nuestro ecosistema.

La Marina no constituye una excepción a ambos fenómenos, aunque progresivamente las carrascas van volviendo a ocupar el espacio que les corresponde en nuestras sierras y montañas.  Diferentes propuestas de reforestación de esta especie, junto a lentiscos, encinas o acebuches, están contribuyendo a ello en zonas como Orba o el Parque Natural de El Montgó. Pero si queremos disfrutar de sus siluetas, de su sombra, de su presencia tenemos un fantástico escenario en el Pla de Petracos, en el término de Castell de Castells.

Allí podremos disfrutar de un bosque de carrascas y fresnos que se extiende durante 79 hectáreas. Junto a él se dibuja uno de los múltiples senderos que se expanden por esta rica y singular zona de interior, donde se combina el bosque con un paisaje encantador donde no faltan cultivos de secano como almendros, olivos y algarrobos.

Si continuamos por esta senda, tras pasar junto a una finca bautizada como Villa Mercedes, llegaremos hasta un pequeño conjunto de casas habitadas, muy cerca de las cuales encontraremos los restos de la Ermita de Petracos. Se trata de un edificio del que ha sido utilizado como corral y que hoy día, repleto de vegetación, ofrece una imagen espectacular.

Pero además de por su bosque de Carrascas, el Pla de Petrarcos también es famoso por albergar una de las mejores representaciones de arte rupestre de la Comunidad Valenciana, con  pinturas que datan de hace 8.000 años, que presentan un gran estado de conservación y que fueron descubiertas hace solo unos 40 años. Tal y como os comentamos en otro post del blog de La Guía del Turista, las pinturas son el exponente y prueba de la existencia de un santuario en la zona, es decir, de un lugar de culto y encuentro de gente unida por profundas creencias, en las que la fertilidad, la fecundidad, la agricultura y los vínculos familiares, tenía una gran importancia para ellos. En 1998 la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad.

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El Puig Campana: la montaña mágica valenciana

Se parece a una campana, de ahí el nombre recibido.  Y tiene un carácter mágico, tanto por su origen legendario (ya nos referimos a su leyenda en otro post del blog de la Guía del Turista) como por su gran simbolismo,  acreditado por su tamaño, situación privilegiada, elevación y paisaje.  Hablamos, obviamente, del Puig Campana. Ya sea desde la ciudad de Alicante (si accedemos desde el sur) o  una vez cruzado el Mascarat (si venimos desde Valencia), esta inmensa montaña se divisa en el horizonte como un gigante impertérrito que vigila todo lo que ocurre en La Marina Baixa.

El Puig Campana se compone de dos picos o cimas separados por un corredor pedregoso (El Portell): una primera que reproduce su mismo nombre y que asciende hasta los 1.406 metros; y una segunda, el Pic Prim, seccionado a su vez por una brecha cuya forma ha inspirado multitud de dichos y leyendas. Se trata de la segunda formación más alta de toda la provincia de Alicante, sin duda una de las más montañosas de toda la península Ibérica.

Su riqueza paisajística se explica en la misma variedad y espectacularidad de sus zonas, con abruptas laderas, ricas formaciones vegetales, entre las que se intercalan caminos, bancales, masías, corrales o neveros. En su flora destaca el pinto carrasco y otras especies como el lentisco, la coscoja, la aliaga, el romero o el tomillo.  Por lo que respecta a la fauna, son las aves quienes encuentran un ecosistema perfecto para vivir y procrear. Por ello no es extraño observar la presencia de rapaces como el halcón, el águila real y el águila perdicera; córvidos como el cuervo y las grajas; u otras aves como el roquero solitario, la perdiz, el pinzón, la curruca carrasqueña o el piquituerto. En cuanto a los mamíferos y reptiles destacan el jabalí, el zorro, el gato salvaje, el erizo, el conejo, la liebre, el lagarto, la culebra y la víbora ibérica.

Como hemos comentado, su riqueza paisajística también se debe a los cultivos de secanos que escalan la montaña gracias al abancalamiento, contenido con muros de piedra seca. Almendros y olivos nos conducirán en sus faldas hacia el municipio de Finestrat, pueblo de bella arquitectura, situado estratégicamente en su falda (para el control del litoral) y desde el que arrancan rutas de senderismo que permiten visitar la zona dando un bonito paseo o ascender hasta su cumbre, en un esfuerzo que se verá recompensado con creces tras alcanzar la cima, donde disfrutaremos de unas vistas magnificas.

 

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