xabia turismo pesquero

Hazte a la mar en Xàbia y disfruta de la pesca mediterránea

¿Te imaginas vivir una jornada con los pescadores, disfrutando de cómo cogen la gamba y compartiendo con ellos un día diferente y especial? El turismo experiencial está de moda. También en La Marina. Concretamente en Xàbia, donde en breve pondrán en marcha una nueva iniciativa que permitirá a cualquier persona, turista, visitante o vecino del municipio hacerse a la mar con los pescadores a través de una serie de incursiones que permitirán conocer este oficio y todo lo que implica a pie de embarcación.

Este proyecto experiencial, que pondrán en marcha por el Ayuntamiento de Xàbia y la Cofradía de Pescadores de la localidad, buscará ofrecer una experiencia lo más realista posible. Cinco embarcaciones se pondrán a disposición de los grupos solicitantes para acompañar a los pescadores a las zonas habituales de pesca, pudiendo conocer de primera mano los detalles y entresijos de esta fascinante pero a la vez tan desconocida profesión. Los grupos deberán oscilar entre las cinco y las doce personas, fijándose como edad mínima los cinco años.

Antes de embarcarse los participantes recibirán una pequeña charla explicativa para saber cómo comportarse en la embarcación. Una vez a bordo se les mostrarán las rutinas habituales del gremio pesquero y podrán comprobar las diferencias entre las diferentes artes de pesca que se practican en estas aguas: el trasmall (también conocido como arte menor), que utiliza redes de pesca menores que las habituales; y el sistema de arrastre, que viene a ser el utilizado por las embarcaciones de mayor dimensión. En Xàbia también se practica una tercera, conocida  como el cerco, aunque sólo se lleva a cabo por la noche para lograr efectividad, lo que a día de hoy dificulta por normativa que se pueda dar a conocer en vivo al gran público.

Saboreando el mar

Tras la faena y la expedición,  los participantes en esta experiencia degustarán lo pescado. Podrán hacerlo a bordo de la propia embarcación o saborearlo tranquilamente en tierra, en la cantina del puerto.

Esta experiencia de turismo pesquero está previsto que arranque en el mes de junio. De momento, lo que sí es posible  es disfrutar del espectáculo que ofrecen las barcas de pesca a su llegada al puerto a primera hora de la tarde, seguido de la subasta de pescado y la posibilidad de comprar ese mismo género fresco en la lonja.

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benimaquia

Los vinos de la Marina: Una tradición milenaria

La gastronomía de La Marina brinda en el firmamento de las Estrellas Michelín, presumiendo y con motivos de Ciudad Creativa de la Gastronomía (en el caso de Dénia, aunque se trate de un proyecto comarcal) y de presentar una cultura en los fogones que aúna vanguardia y tradición. Muchos son los motivos que explican este fenómeno, y también son variados los factores y circunstancias que lo aliñan y enderezan.

Entre estos últimos, una tradición vinícola que se remonta muchos siglos atrás, en concreto hasta el siglo VI a.c., y que nos traslada al Alt de Benimaquía. Esta colina ubicada en la cola del Montgó, en término dianense pero colindante a la población de La Xara, alberga una de las bodegas más antiguas de la península sino la que más. De hecho, los hallazgos arqueológicos y estudios efectuados a raíz de los mismos permiten afirmar que en esta zona privilegiada por su clima y su tierra fértil se elaboraron algunos de los primeros caldos que disfrutaron los Íberos.

La creencia originaria de que las murallas y torres que cercaban este cerro albergaban un poblado estable han perdido peso frente a la teoría de que toda esta fortificación acogía una especie de factoría para la producción de vino. Las excavaciones efectuadas han dado con estructuras de adobe y de tierra apisonada que formaba partas rectangulares en cuyas plataformas se llevaba a cabo el prensado de  las uvas, cuyo mosto y hollejos se recogería en las balsas adosadas para una primera fermentación de un par de días. A continuación el vino se trasegaría en ánforas donde tendría lugar la segunda y definitiva fermentación.

Y es que en estos yacimientos también se han localizado abundantes restos de ánforas para depositar y transportar el vino. Ánforas que no sólo servían para el consumo propio, sino también para el comercio con otras regiones del Mediterráneo. De ello se percataron los romanos, que cogieron el testigo de los habitantes autóctonos de estas tierras para sistematizar la producción del vino, extendido las bodegas a otras factorías como las localizadas recientemente en Xaló o en la Almadrava de Els Poblets.

Por lo tanto, esta tradición culinaria y gastronómica de la que se enorgullece La Marina tiene una base histórica y regada en vino, el que se producía centenares de años atrás en el Alt de Beimaquía, cuyos restos se pueden visitarse en una excursión relativamente sencilla y que os recomendamos desde el blog de La Guía del Turista.

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almodovar

Aristócrata y reformadora: la duquesa de Almodóvar

En el blog de La Guía del Turista os invitamos que recorráis con nosotros La Marina y también a que la conozcáis un poco más en profundidad a través de anécdotas, leyendas, hechos relevantes o personajes curiosos y significativos. Uno de estos últimos podría ser perfectamente Josepa Doménica Català de Valeriola (1764-1814), duquesa de Almodóvar y Grande de España, ostentando en la Marina Alta los títulos de baronesa de Xaló y Lliber y señora de Gata de Gorgos.

Pese a tratarse de una aristócrata en toda regla, la duquesa se distinguió siempre por su carácter inquieto, lo que facilitó la consecución de una educación elevada, algo impropio incluso para buena parte de la nobleza del Siglo XVIII. Ayudada por esta formación, y de una mente abierta con pensamiento progresista y liberal, doña Josepa Català se reveló contra el papel secundario que tenían las mujeres de esa época, abriendo el camino a posteriores movimientos reivindicativos y figuras feministas cuyo trabajo desembocó en el reconocimiento de buena parte de los derechos del sexo femenino durante el siglo XX.

Así lo relata el libro de la pedreguera Irene Ballester La duquesa d’Almodóvar. Vida d’una aristòcrata valenciana a la fi del segle XVIII, donde la autora subraya que Doménica Català creía firmemente en la necesidad de alfabetizar y formar a la población o, al menos, a las clases medias crecientes, lo que explica su herencia educativa: en su testamento dejó explícito que parte de su propio patrimonio se dedicara a la creación de escuelas, muchas de las cuales estuvieron abiertas durante décadas.

Una de ellas se ubicó en Xaló, donde gracias al dinero de la baronesa nacieron dos escuelas que funcionaron hasta muchos años después de su muerte, y que con su dinero se pagaron entre otras cosas los honorarios de los maestros.

Lo novedoso, además de acercar la educación a los humildes y desfavorecidos, fue su interés por la educación de ambos sexos, en una sociedad tan machista, si bien, y tal como recogen cronistas oficiales de la época, las niñas recibían una formación específica relacionada con las labores habituales reservadas a las mujeres. Y es que la duquesa podía ser reformista, pero no revolucionaria.

Su herencia también sirvió para mitigar la situación de huérfanos, siempre y cuando éstos tuvieran interés y aptitudes para ser formados en beneficio de la comunidad. Y tuvo relevancia a nivel arquitectónico, pues ayudo a incrementar el patrimonio de La Marina sufragando, por ejemplo, la construcción de una iglesia en Xaló, que está en pie con una inscripción que recuerda sus orígenes.

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La antigua Altaya, más conocida como Altea La Vella

Hablar de Altea es hacerlo de una de las poblaciones más bellas de la Costa Blanca. Su situación geográfica, sobre un cerro que ofrece unas magníficas vistas al mar, y la singularidad de su casco histórico repleto de casas blancas y calles empedradas donde abundan los talleres de artesanía le confieren un aire  de pura esencia a Mediterráneo.

Sin embargo, muchos no sabréis que, antaño, la actual Altea no ocupaba este enclave ni coincidía con el antiguo recinto amurallado del que todavía se conservan vestigios, sino que situaba a unos 3’5 kilómetros ocupando una superficie situada al norte del río Algar. Os invitamos a que retrocedáis en el tiempo con nosotros para situarnos en el siglo VIII, en plena dominación musulmana.

Aquel asentamiento islámico, respondía a otro nombre, Altaya, que con el paso del tiempo, y tal y como ha sucedido con otros topónimos, ha derivado en la actual denominación de Altea. Esta zona, según apuntan algunas fuentes, podría haber sido poblada anteriormente por griegos y romanos, tomando el relevo las diferentes étnias llegadas de África que fueron ocupando progresivamente la península Ibérica. No obstante, otras fuentes históricas indican que la presencia griega en estas costas fue muy escasa y se limitó al comercio con los fenicios y los iberos.

Sea como fuere, fue tras la conquista cristiana, en el siglo XIII, cuando Altāya pasó a denominarse Altea, ocupando la misma superficie y también bajo control musulmán durante algunos años debido a concesiones de vasallaje con el rey Jaime I, además de por alguna que otra rebelión capitaneada por el incansable al-Azraq. Fue en esa época cuando aparecieron las primeras viviendas de Bellaguarda, con las que comenzó a dibujarse la conocida hoy como Altea La Vella, al tratarse de una zona perfecta como baluarte defensivo que contaba con una torre bautizada con el mismo nombre.

Los decretos de conversión de los musulmanes al cristianismo y, más tarde, de expulsión definitiva de los moriscos en 1609 provocaron un significativo despoblamiento, cuyo resultado fue el completo abandono de la antigua Altāya. Paralelamente, en torno a Bellaguarda se había ido creando un pequeño caserío arropado por la protección del baluarte al que, en los albores del siglo XVII, se concedió Carta Puebla, pasando a ocupar el nuevo, definitivo y actual emplazamiento de Altea.

Por fortuna, el viejo emplazamiento (Altea la Vella) se comenzó a poblar, de nuevo y paulatinamente, a partir del siglo XVIII y en la actualidad constituye una apacible pedanía de Altea situada a los pies de la siempre fascinante sierra de Bernia —frontera natural entre las comarcas de la Marina Baixa y la Marina Alta.

Información extraída del libro Paseos con historia por la costa de Alicante y el blog sendasyleyendas.com

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