L'Atzúvia

De ruta por el interior de La Marina: L’atzúbia y Forna

Entre el verde de las serranías colindantes y los campos de cítricos se alza discreto pero coqueto la población de l’Atzúbia. Orgulloso de su pasado, estsa población fronteriza en las provincias de Valencia y Alicante, pero pertenenciente a la comarca de la Marina Alta, resalta por el color blanco de sus casas, con curiosas formas en los remates de los aleros de las tejas.

En el casco urbano destaca la imponente torre del campanario de la Iglesia de Sant Vicent Ferrer, así como el casco antiguo de origen musulman. Sus calles nos llevarán finalmente hasta la plaza del Ayuntamiento, donde una fuente morisca que hace brotar el agua procedente de las serranías colindantes nos permitirá refrescarnos.

La Cueva del Canelobre

Atzúbia ofrece, además, una joya natural: el Tossal del Llop. Allí se encuentra una zona recreativa de acampada con todos los servicios.  Y este paeraje se ubica también la Cueva de Canelobre, con bellas y brillantes estalactitas y estalagmitas que cuentan pacientes historias de agua y formaciones calizas con miles y miles de años de memoria.

Una fortaleza palaciega de origen musulmán

A poco más de 5 kilómetros se encuentra Forna, que anexionada a l’Atzúbia guarda el sabor de las tradicionales alquerías moriscas.  Si seguimos por la carretera que lleva a Cocentaina, a sólo tres kilómetros encontraremos el castillo, uno de los grandes monumentos de la provincia de Alicante y uno de los  principales atractivos de la zona. Su buen estado de conservación realza su atractivo para los visitantes y habitantes de los municipios limítrofes.

Aunque es de origen musulmán (fue morada del gran caudillo Al-Azraq), tras la reconquista cristiana pasó a manos de la orden de los Templarios, siendo disfrutado posteriormente por distintas familias feudales. De hecho es mas una fortaleza señorial y palaciega que defensiva. De planta cuadrada,  cuatro torreones ocupan sus esquinas. Dentro aún se pueden distinguir las antiguas dependencias de la plaza, el aljibe, la capilla, las cuadras donde antaño reposaban los caballos que tiraban de los carros de la nobleza, los aposentos de estas familias dintinguidas o la cárcel para malhechores, contrabanditas, bandoleros o, simplemente, herejes.

Una visita muy recomendable para cualquier época del año en la que naturaleza, historia y patrimonio van de la mano.

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