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El Cementerio de los Ingleses: El pequeño Gibraltar

El Cementerio de los ingleses está ubicado en un recinto de unos 2000 metros cuadrados situado junto al paseo de la Marineta Cassiana, en el litoral sur de Dénia. Aunque está cerrado por un muro de unos tres metros de altura se puede acceder a su interior ya que no existe puerta alguna, aunque lo que hallaréis allí es un mar de arbustos y matas que no permiten contemplar con nitidez lo que fue el cementerio.

Pero para hablar del cementerio Inglés de Denia (llamado por algunos El Pequeño Gibraltar) hay que hablar de la historia del comercio de la pasa. La actividad comercial de la uva seca con Inglaterra se desarrolló en Denia durante la segunda mitad del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX, lo que provocó la presencia de numerosos ciudadanos británicos en esta ciudad.

Este comercio permitió la aparición de riqueza y prosperidad de la que se beneficiaron prácticamente todos los estamentos de la sociedad.  Muchos británicos que participaban de estas fructíferas relaciones comerciales se fueron asentando en la ciudad.  Sin embargo, las constantes epidemias de cólera, la corta esperanza de vida de la época, los temporales marítimos y los conflictos religiosos provocaron que el vicecónsul inglés en Denia impulsara la construcción de un Cementerio Inglés en la ciudad para poder allí enterrar a sus compatriotas.

De esta forma se construyó en 1856 el llamado como cementerio de los ingleses, llevándose a cabo ese mismo año el primer enterramiento. En 1883 tuvo lugar una mejora y ampliación del mismo, produciéndose el último enterramiento en 1918. En total fueron enterradas allí un total de 14 personas. Las leyendas sobre este cementerio, como las de cualquier otro, son múltiples.

Entre otras, se cuenta que en 1799 la fragata inglesa Guadalupe naufragó frente a las costas de Denia, lo que llevó al gobierno británico a comprar este terreno para albergar los cadáveres del naufragio. Una leyenda falsa, ya que el cementerio se inauguró en 1856 (57 años después del naufragio de la fragata Guadalupe). Sí que se produjo dicho naufragio, pero los 147 tripulantes que murieron (de 327 que iban en la fragata) fueron enterrados en la playa.

Sin embargo, hay quién afirma haber visto y oído a los fantasmas de los marineros de la Guadalupe cantando antiguas canciones inglesas mientras otean el horizonte esperando el regreso de su nave. La leyenda también habla de voces de marineros borrachos en las noches de luna llena.

Más allá de leyendas, fantasmas y noches de luna llena, el Cementerio de los Ingleses continúa siendo un atractivo si visitáis esta zona del litoral sur dianense, por ubicarse en un entorno privilegiado y por ser testigo de la historia de la ciudad.

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Dénia y la Marina: una forma singular de entender la gastronomía

A la segunda fue la vencida. Dénia ya es Ciudad Creativa de la Gastronomía. Así lo ha decidido la UNESCO, cuyo veredicto dará un impulso internacional a este rincón del Mediterráneo donde se respira gastronomía. Porque el reconocimiento que se le ha dado a Dénia no es más que el fruto y la recompensa a una forma singular de entender la vida, basada en el producto autóctono, en la cocina de mercado, en la tradición…pero sin renunciar nunca a la innovación. Y en una forma de tratar de un producto de mar y montaña que tiene como denominador común su origen, calidad y singularidad. Todas estas características se repiten en toda la Marina Alta, que debe alegrarse también por un nombramiento que no sólo sitúa a Dénia sino a toda la comarca en el mapa internacional de la gastronomía.

Pocas cosas cuentan con tanta unanimidad como la calidad y variedad de la oferta gastronómica con la que cuentan La Marina, en general; y Dénia, en particular. Son muchos los visitantes que se acercan hasta este rincón del Mediterráneo movidos por su afamada  oferta  culinaria  y  gastronómica,  y  ellos  son  precisamente  los encargados  de  promocionar  en  base  a  su  experiencia sobre  la  mesa  las excelencias de la cocina dianense y, por ende, de La Marina,  donde el comer es un placer y un lujo, al alcance de todos los gustos y también de todos los bolsillos.

Innovación y  tradición  se conjugan con equilibrio en los fogones de los contrastados establecimientos que se pueden encontrar en esta zona, bajo la atenta mirada de pinches y cocineros de primer nivel cuya buen mano y mejor  hacer  encierran  el  secreto  de  los  mejores  platos  con  los  que  se identifica internacionalmente a la ciudad. Viandas, creaciones y productos frescos,  de  calidad,  tratados  con  esmero  y  cariño  en  restaurantes  de referencia  donde  la Cuina  de  La  Marina  es  un  mandamiento  en  los fogones.

Y es que son muchos los ingredientes que combinan a la perfección para convertir a la gastronomía de Dénia en un referente, y no sólo en la mesa de la Costa Blanca,  sino  también  a  escala  internacional. La    riqueza  gastronómica  de  que  presume Dénia en particular  también  se ve  aliñada  por  la celebración de  eventos que  permiten la difusión y  puesta en  valor de la tradición y las artes culinarias de la ciudad. Es el caso de la Feria de Pesca Tradicional  y  Gastronomía  Marinera,  de  las  distintas  ediciones  de Winecanting, de la organización  del Foro  Arròs a Banda  &  A banda de l’Arrós (que  ha  tomado  el  relevo  de  aquel  famoso  concurso  de  Arròs a Banda) o, sin ir más lejos,  de los concursos de paellas que cada verano se celebran  en  la  calle  Marqués  de  Campo,  perfecto  escaparate  para  que turistas  y  visitantes  contemplen  en  primera  persona  cómo  se  prepara  el plato estrella de la gastronomía dianense.

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¡Ballena a la vista!

¿Sabíais que el litoral norte de la Marina es una zona idónea para el avistamiento de cetáceos? Aunque no hayáis visto ninguno, podéis estar seguros de ello. Y, según constatan los expertos, no es flor de un día, sino que el paso de los mismos junto a nuestras costas es frecuente durante al menos seis meses al año. Esta característica supone un aliciente para todos aquellos amantes de la naturaleza y qué, entre las motivaciones para elegir un destino de vacaciones, buscan disfrutar de la naturaleza, de su flora y de su fauna.

Si no habéis visto ningún cachalote o delfín, tampoco desesperéis. Posiblemente no hayáis escogido el momento adecuado o, lo más probable, no os hayáis ubicado en el lugar más idóneo para avistarlos. Esto último, al menos, ya tiene solución. Y no será necesario que subáis a la Creueta del Montgó ni que os embarquéis mar adentro, sino que simplemente os deberéis acercar el nuevo punto de observación de cetáceos que el Ayuntamiento de Dénia ha habilitado al final de la playa de Les Rotes, justo después del restaurante Mena.

Además de tratarse de un lugar fantástico  por su altitud y proximidad al mar, cuenta con varios paneles informativos (que incluyen también un código QR) que explican con ilustraciones las especies más características de cetáceos y aves marinas que se pueden divisar desde este privilegiado punto del litoral sur de la ciudad, donde frecuentemente se detecta el paso de ballenas y delfines que migran desde el norte en dirección sur, procedentes en su mayoría del mar de Liguria (en Italia) a donde se dirigen en verano para buscar alimento.

Son muchos los torcuales, cachalotes, calderones o defines que se pueden avistar durante muchos días del año en la costa de Les Rotes, especialmente entre los meses de mayo y septiembre. Así lo confirman los vídeos e imágenes de muchos aficionados, pero sobre todo los responsables del servicio de vigilancia de la reserva marina del Cap de Sant Antoni Martínez, acostumbrados a ver muchos de ellos durante sus horas de trabajo.

Este fenómeno ha llevado a la comunidad científica a fijar en el litoral norte de la Marina Alta un punto para el estudio de estos ejemplares. Distintos biólogos del Oceanogràfic y las Universidades de Valencia y Alicante hace tiempo que han escogido este punto para sus investigaciones, utilizando técnicas novedosas como los hidrófonos o incluso los drones.

Pero, ¿Por qué esta zona y no otras de la costa del Mediterráneo español?

Los biólogos y zoólogos, durante sus estudios, han  lanzado varias hipótesis para explicar esta frecuencia en el paso de cetáceos frente a nuestra costa. Una que cobra mucha fuerza es que los cetáceos frecuentan más de lo pensado nuestras costas al tratarse de aguas ricas en fitoplancton, base del zooplancton que consumen las ballenas.

Tanto si están de paso como si realmente buscan comida en esta zona del Mediterráneo, es indudable que cuando los cetáceos descienden del golfo de Valencia nadan en paralelo a la costa (a sólo 500 o 1.000 metros de la misma) y lo hacen en zonas de muy poca profundidad (15 o 20 metros), por lo que se las puede ver en muchas más ocasiones y durante un periodo más prolongado. Una vez llegan al Cap de San Antoni se sumergen a mayor profundidad y viran mar adentro, por lo que resulta mucho más complicado avistarlas.

Todo ello convierte al litoral sur dianense en una zona privilegiada, completando una oferta turística que, en La Marina, va mucho más allá del sol y playa, y que tiene en la calidad y variedad de los espacios naturales y riqueza medioambiental uno de sus grandes atractivos.

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La Marina, refugio y tierra de Corsarios

El litoral de la Marina, destino en el presente de muchos turistas ávidos de sol y playa, fue antaño importante bastión para los corsarios. Su privilegiada ubicación geográfica, en la parte más meridional del golfo de Valencia y a sólo un paso de las Baleares, le convertían en un refugio perfecto para que estos temidos marineros fondearan para surtirse de provisiones, dar rienda suelta a sus ansias de jolgorio o reparar sus maltrechas naves, testigos de múltiples batallas y aventuras en alta mar.

Puertos y calas como las de Dénia, Jávea, Moraira, Calpe o Altea se convirtieron en un lugar habitual donde los corsarios establecían de manera provisional (en la mayoría de ocasiones) o con carácter más estable (en las menos) los marines corsarios. Tanto es así que hoy en día las fiestas de Moros y Cristianos de algunas poblaciones de La Marina tienen filaes que responden al nombre de Marinos Corsarios

La tradición se remonta muchos años atrás. Ya en la época islámica, el rey Mujahid de Dénia construyó gran escuadra formada por marinos y piratas. Tras la reconquista cristiana la ciudad continuó siendo un enclave estratégico para los corsarios, hasta el punto de que entre 1406-1476 el gobernador concedió licencias para armar las naves bajo patente de corso. En Dénia había catorce, siendo el mayor porcentaje de todo el reino. Los tipos de embarcaciones variaban dependiendo de las posibilidades que ofrecieran para alejarse más o menos de la costa. Generalmente eran naves muy rápidas y aptas para llevar a cabo una buena navegación. Predominaban los leños o bergantines, fustas o galeotas de unos 15 ó 20 metros de eslora, algunas sin cubierta. Podían llevar alguna pieza de artillería de bajo calibre. Muchos de estos navíos se dedicaban también a la presa de esclavos moros y negros, que posteriormente se vendían en los mercados de Alicante, Orihuela y Guardamar. Sin embargo, en 1448 el corso ilegal fue perseguido por las autoridades, acabando con este libertinaje y convirtiendo a los corsarios en objeto de persecución, hasta el punto de catalogarlos como piratas, delincuentes y, durante algunas etapas, como enemigos de la corona.

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Viajar por la Dénia de Maria Ibars

Junto ilustres como Marqués de Campo o Patricio Ferrándiz, la figura de María Ibars (1892-1965) también está ligada a la historia de Dénia. En este caso, y a diferencia de aquellos, esta escritora no da nombre a ninguna calle ni avenida, sino a un instituto de educación Secundaria, Formación Profesional y Bachillerato. Sin duda le es más propio, considerando su profesión como maestra así como su destacada trayectoria dentro de las letras valencianas.
Cabe recordar que, además de dignificar el valenciano durante el franquismo, en su faceta como escritora y novelista fue pionera en su tiempo, al denunciar la desigualdad de la mujer a comienzos del siglo XX, cuando la situación estaba muy alejada de la actual; y ello a pesar de su origen conservador y católico.
Más allá de su biografía y de considerarse una mujer singular para los años que le tocó vivir, Dénia le ha rendido este año un merecido homenaje, coincidiendo con el 50 aniversario de su muerte. Entre los actos e iniciativas organizadas, destacan dos rutas literarias que permitirán recorrer los parajes urbanos y rurales que constituyeron la materia prima de su literatura.
El Montgó, Baix la Mar y Les Rotes
Aunque nacida en Valencia y con padres Benisseros, Maria Ibars pasó gran parte de su vida en Dénia, lugar que inspira buena parte de su obra. Y entre los paisajes que más se identifican en su producción literaria destacan dos ámbitos: el Parque Natural de El Montgó y el barrio de Baix la Mar-Les Rotes
El primero de los itinerarios fue objeto de uno de los poemarios más conocido: Poemes de Penyamar: a l’ombra del Montgó. Escrito en 1949, constituye un homenaje a la casa de su abuela paterna ubicada en la partida de Campussos, donde la autora pasaba los veranos acompañada de su familia. El itinerario, pues, nos llevará por distintos puntos de la falda del Montgó, arrancando en la plaza Jaume I, pasando por el Pou de la Muntanya (donde actualmente se asienta un colegio) y subiendo hasta la ermita del Pare Pere, Els Campussos y la ermita de Santa Lucía, lugares todos ellos frecuentados por la escritora en aquellos periodos estivales de calor.

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