Denia siglo XIX

Viajando en el tiempo: un paseo por la Dénia del Siglo XIX

Además de una capital turística y gastronómica, Dénia es una ciudad con mucha historia. Distintas son las civilizaciones que se asentaron en este lugar del Mediterráneo aprovechando su privilegiada situación geográfica y las bondades de su clima, dando lugar a Dianium, Daniya y a la actual Dénia.

En este nuevo post del blog de la Guía del Turista os proponemos regresar al pasado, pero al pasado más próximo. Queremos rememorar a través de un recorrido a pie una época de esplendor relativamente contemporánea, de la que no se escribe tanto, pero que ha dejado su impronta en la actual ciudad: La Dénia de finales del siglo XIX, cuando vivió su expansión y crecimiento urbanístico, con la llegada de una burguesía creciente que en base al negocio de exportación de la pasa transformó el núcleo urbano con importantes infraestructuras, la remodelación de la trama urbana y el florecimiento de negocios y posibilidades de ocio, en una época efervescente para la economía y la sociedad.

Nuestro recorrido para reencontrarnos con esa Dénia nace de la Oficina de Turismo comenzamos la visita en el Museo del Juguete, ubicado donde antiguamente se situaba la estación de tren Dénia-Carcaixent. En la planta baja del mismo hallaremos también el Centro de arte “L’Estació” con exposiciones temporales. Tras la visita al museo nos dirigimos hacia la calle Marqués de Campos, arteria principal de la ciudad, y fácilmente reconocible por los grandes bananeros que la flanquean. Debe su nombre a D. José Campo, importante personaje del S. XIX que realizó grandes mejoras en la ciudad como la creación de una fábrica de gas para el alumbrado, la vía de Ferrocarril Dénia-Carcagente y la iniciación y constitución de la Sociedad de Obras del Puerto.

Posteriormente nos dirigiremos hacia la Glorieta del País Valencià, donde hasta hace unas décadas se celebrada el Mercat Municipal para alcanzar la plaza del Ayuntamiento, donde se puede visitar el edificio consistorial y la Iglesia de la Asunción. Desde allí se puede alcanzar fácilmente el Museo Etnológico (No dejéis de visitarlo. La entrada es gratuita), que alberga una típica casa burguesa, y donde os encontraréis con la Dénia del S. XIX, enriquecida por el comercio de la pasa. El museo está enclavado en la calle Cavallers, junto a las calles Major y San José, compartiendo escenario con un llamativo conjunto de casas construidas a finales del S. XVIII y durante el S. XIX, íntimamente relacionadas con la riqueza y la burguesía que aparecen alrededor del fenómeno de la pasa.

Paralela a ella transcurre la calle Loreto, lugar que combina restaurantes y tascas con la presencia del Convento de las Agustinas o Convento de Nuestra Señora de Loreto. Si volvemos hacia la plaza de la Constitución y tomamos la calle la Mar pasaremos por delante del antiguo almacén de Morand, donde en el s. XIX se clasificaba y empaquetaba pasa para su exportación. Y, girando a la derecha por la calle Cándida Carbonell, otro gran almacén de pasa, en este caso, el de la compañía inglesa “Cooperative Wholesale Society”. Muy cerca de allí, en la actual y remodelada calle La Mar, la estructura de vivienda que hoy acoge pubs, tiendas y otros negocios en esa época fue también sede de otros almacenes donde se seleccionaba y trataba la pasa antes de embarcarla hacia Gran Bretaña y otros lugares de ultramar.

Leer Más

Baix la mar

El barrio de Baix la Mar: cuna de pescadores

El barrio de pescadores, también conocido como Baix la Mar (por su cercanía al puerto y al tramo costero) es visita obligada o, al menos, merece un tranquilo paseo en el que poder ir descubriendo plazas y rincones con encanto donde aún se adivina la vida y costumbres de aquellos dianenses vinculados durante tantas décadas a la pesca, al comercio y, en definitiva, al mar.

La trama urbana actual del barrio Baix la mantiene su origen en el siglo XIX, aunque muchas de sus calles ya estuvieron ocupadas por los árabes con el nombre de Raval de la Mar o Raval Marítimo. De hecho, de los cuatro ravales de la época islámica, este último era, con toda probabilidad, el más relevante de todos. Así pues, durante nuestro recorrido habremos de fijarnos en la escasa altura de las viviendas y edificaciones (máximo dos alturas) además de en la forma de sus calles estrechas y plazoletas características, en muchas de las cuales será posible identificar algún elemento histórico o artístico que explica su trayectoria vital. Es el caso de la Plaza de Sant Antonio la conocida como Plaçeta de la Creu, reconocible porque hay una cruz ubicada en la parte central junto a una pequeña fuente y  un panel de cerámica de San Pere.

Para reponer fuerzas o simplemente tomar una cerveza os recomendamos que hagáis un alto en el camino en la plaza Mariana Pineda, lugar ideal para disfrutar dela brisa al atardecer o reservar mesa para cenar durante los meses de verano. Precisamente en este emplazamiento, además de haberse rodado en el pasado multitud de películas, se celebraba siempre hacia finales de agosto un festival de variedades y expresión libre llamado la Flexió Verbal, que contribuía a dotar de un aire bohemio este punto ubicado en el corazón de Baix la Mar. Hoy día este bullicioso pero encantador rincón es una referencia, no sólo para el turista de la ciudad sino también para los propios dianenses, testigos del paso del tiempo en este punto neurálgico.

Volviendo hacia la fachada marítima un paseo conocido como El Raset (lugar en el que fue proclamado como Rey el Archiduque Carlos de Austria, dando lugar  a comienzos del siglo XVIII a la Guerra de Sucesión), donde las antiguas tabernas y casas de pescadores han dejado paso hoy a tiendas de souvernis, restaurantes y locales de copas. Y es que poblada de terraza, pubs y bares donde tapear, Baix la Mar se ha convertido en un barrio tan pintoresco como emblemático, concentrando buena parte de la oferta gastronómica y de ocio de la ciudad, la cual convive con esta idiosincrasia reposada y tranquila que siempre ha distinguido a esta zona de la ciudad.

Leer Más

Plaça-Bous-Ondara

Passió pels bous: Ondara y la Joya Levantina

Junto a Dénia y Pedreguer, y sin ánimo de desmerecer a otros muchos municipios donde también se celebran toros, Ondara merece un capítulo aparte. La existencia en el centro del casco urbano de una plaza de toros centenaria, la bautizada como Joya Levantina, da pie a un tipo de acto taurino distinto, pues al atractivo de poder ver a las reses en un escenario más apropiado se une la relevancia artística y el simbolismo de este coso, que data de comienzos del siglo XX y que está ligado a la idiosincrasia del municipio.

Bajo una arquitectura inspirada en el arte Mudéjar (como se puede observar en sus elementos de estilo árabes como arcos de herradura, almenas escalonadas…) y consólida estructura de mampostería y mortero, la Joya Levantina fue inaugurada el 28 de octubre de 1901, en un periodo de bonanza por el cultivo y la comercialización de la pasa en La Marina. No obstante, la crisis económica que sufrió Ondara en 1904, junto con una grave epidemia, afectó seriamente a gran parte de la población así como a la sociedad creadora de la plaza, que terminó por disolverse en el año 1910 ante el incumplimiento de pagos. La consecuencia fue que la plaza de toros fue embargada al pueblo de Ondara.

Durante la dictadura de Primo de Rivera continuaron celebrándose espectáculos con normalidad, lo que contrastó con el periodo republicano, cuando la crisis económica y la crispación social y política hicieron disminuir el número de representaciones taurinas. Pero serán los años de la Guerra Civil los que tendrán un efecto demoledor sobre el edificio, que fue afectado gravemente por los bombardeos y quedó en ruinas. Acabado el conflicto bélico, y tras muchos esfuerzos, durante la dictadura de Franco el Ayuntamiento de Ondara consiguió recuperar la plaza de toros, llevándose a cabo los movimientos necesarios para que se accediera a su restauración.

Casi 20 años después, en 1957, la plaza de toros de Ondara vuelve a recobrar vida, siendo rehabilitada por el alcalde Julián Ferrando, bajo cuyo mandato optándose por encalar la plaza. Desde hace unos meses, las obras de rehabilitación han permitido que el recinto recupere parte de su aspecto original al ser eliminados los muros que la encerraban y privaban a los ojos de parte de su belleza.

Su visita, más allá del gusto o la pasión taurina que podáis tener, es casi obligada si os acercáis a La Marina. Es un consejo del blog de la Guía del Turista.

Leer Más

corsarios

Dénia y La Marina,  tierra de  Corsarios 

La zona de la Marina, en general;  y enclaves costeros como Dénia, en particular,  ha  sido  durante  muchos  años  un  nido  de  corsarios  dada  su  privilegiada  situación  geográfica,  que  convertían  a  su  puerto  en  uno  de  los  pocos  fondeaderos  que  había  en  el  Mediterráneo  español.

La  tradición  se  remonta  muchos  años  atrás.  Ya  en  la  época  islámica,  el  rey  Mujahid  construyó  gran  escuadra  formada  por  marinos  y  piratas.  Tras  la  reconquista  cristiana  la  ciudad  continuó  siendo  un  enclave  estratégico  para  los  corsarios,  hasta  el  punto  de  que  entre  1406-1476  el  gobernador  concedió  licencias  para  armar  las  naves  bajo  patente  de  corso.  En  Dénia  había  catorce,  siendo  el  mayor  porcentaje  de  todo  el  reino.

Los  tipos  de  embarcaciones  variaban  dependiendo  de  las  posibilidades  que  ofrecieran  para  alejarse  más  o  menos  de  la  costa.  Generalmente  eran naves  muy  rápidas  y  aptas  para  llevar  a  cabo  una  buena  navegación.  Predominaban  los  leños  o  bergantines,  fustas  o  galeotas  de  unos  15  ó  20  metros  de  eslora,  algunas  sin  cubierta.  Podían  llevar  alguna  pieza  de  artillería  de  bajo  calibre.  Muchas  de  estas  embarcaciones  se  dedicaban  también  a  la  presa  de  esclavos  moros  y  negros,  que  posteriormente  se  vendían  en  los  mercados    de  Alicante,  Orihuela  y  Guardamar. Sin  embargo,  en  1448  el  corso  ilegal  fue  perseguido  por  las  autoridades,  acabando  con  este  libertinaje.

El  naufragio  de  la  fragata  Guadalupe

La  Guadalupe  era  una  fragata  real  con    34  cañones,  forrada  de  cobre  y  una  tripulación  de  327  hombres.  El  16  de  marzo  de  1799,  a  las  4  de  la  mañana,  huyendo  desde  el  día  anterior  de  buques  ingleses  y  bajo  un  fuerte  temporal  de  levante,  la  Guadalupe  embarrancó  en  la  denominada  Punta  del  Sardo,  a  apenas  100  metros  de  la  costa  de  Dénia.  Algunos  de  los  marineros  pudieron  alcanzar  tierra  a  nado,  informando  de  lo  sucedido.

Hacia  el  mediodía  el  buque  ya  tenía  muchas  vías  de  agua,  lo  que  obligó  a  la  tripulación  a  lanzar  al  mar  los  cañones  y  municiones  para  elevar  la  línea  de  flotación.  Pero  fue  en  vano,  porque  a  las  cuatro  de  la  tarde  un  nuevo  embate  partió  la  Guadalupe  en  tres  partes.  Muy  pocos  marineros  pudieron  llegar  a  tierra  firme.  Sin  embargo,  uno  de  ellos  volvió  con  un  cabo  que  lanzó  al  hacia  la  parte

de  proa,  montando  una  especie  de  andarivel  por  el  que  se  salvo  mucha  de  la  tripulación.    El  resultado  final  del  naufragio  fue  terrible.  Hubo  107  muertos,  que  se  enterraron  en  la  costa  dianense,  frente  al  naufragio;  y  40  desaparecidos.  Sólo  180  hombres  lograron  salvarse.

Leer Más

sertorio

Sertorio: El caudillo que se levantó contra Roma

Denia es una ciudad con mucha historia. Desde sus inicios han sido distintas las civilizaciones que eligieron este privilegiado escenario para asentarse, tanto por su clima como por su destacada situación geoestratégica. Entre ellos, los romanos, que rigieron la antigua Diana estableciendo un importante núcleo poblacional, militar y especialmente comercial rebautizada como Dianium.

Mucho nos queda todavía por descubrir y conocer sobre ésta época y aquella ciudad. Las catas y prospecciones arqueológicas que se están llevando a cabo progresivamente así nos lo van revelando. Pero por encima de estos trabajos de investigación conocemos algunos pasajes relacionados con esta época histórica que merecen, como el que protagonizó Sertorio. Este nombre propio, que tiene dedicada una calle en la Dénia actual, fue un personaje de primer orden durante el final de la República Romana.

Según las crónicas, hablamos del primer gran personaje de la historia de Dénia. ¿Quién fue Quinto Sertorio? Los historiadores lo definen como un caudillo romano que se reveló contra el poder establecido. Y que en su exilio a Hispania, donde intentó fundar una república, hizo de Dianium la base naval de un ejército que hizo temblar al poder establecido. De hecho, durante mucho tiempo el general Sertorio doblegó a Sila y Pompeyo, que rivalizaron con él por dominar Roma en lo que fue una auténtica guerra civil (siglo I a.c.) que desembocó finalmente en la fundación del imperio como sistema.

Héroe casi mitológico

Con el paso de los años las victorias de Quinto Sertorio tomaron categoría de hazaña, calificándole como un auténtico héroe con un cariz mitológico. Y es que cuenta la leyenda que sus múltiples victorias se fundamentaban en una gacela blanca (un regalo de un cazador), que la acompañaba y que era capaz de interpretar los designios de la Diosa Diana. Y también cuentan las crónicas que un día esa misma gacela desapareció y, sin ella, comenzaron los reveses y derrotas bélicas para su ejército. Su suerte y fortuna cambio de tal modo que, poco después, concretamente en el año 73 de nuestra era,  el general Sertorio  era asesinado por su propio lugar teniente, tras ser apuñalado por la espalda.

Leer Más

benimaquia

Los vinos de la Marina: Una tradición milenaria

La gastronomía de La Marina brinda en el firmamento de las Estrellas Michelín, presumiendo y con motivos de Ciudad Creativa de la Gastronomía (en el caso de Dénia, aunque se trate de un proyecto comarcal) y de presentar una cultura en los fogones que aúna vanguardia y tradición. Muchos son los motivos que explican este fenómeno, y también son variados los factores y circunstancias que lo aliñan y enderezan.

Entre estos últimos, una tradición vinícola que se remonta muchos siglos atrás, en concreto hasta el siglo VI a.c., y que nos traslada al Alt de Benimaquía. Esta colina ubicada en la cola del Montgó, en término dianense pero colindante a la población de La Xara, alberga una de las bodegas más antiguas de la península sino la que más. De hecho, los hallazgos arqueológicos y estudios efectuados a raíz de los mismos permiten afirmar que en esta zona privilegiada por su clima y su tierra fértil se elaboraron algunos de los primeros caldos que disfrutaron los Íberos.

La creencia originaria de que las murallas y torres que cercaban este cerro albergaban un poblado estable han perdido peso frente a la teoría de que toda esta fortificación acogía una especie de factoría para la producción de vino. Las excavaciones efectuadas han dado con estructuras de adobe y de tierra apisonada que formaba partas rectangulares en cuyas plataformas se llevaba a cabo el prensado de  las uvas, cuyo mosto y hollejos se recogería en las balsas adosadas para una primera fermentación de un par de días. A continuación el vino se trasegaría en ánforas donde tendría lugar la segunda y definitiva fermentación.

Y es que en estos yacimientos también se han localizado abundantes restos de ánforas para depositar y transportar el vino. Ánforas que no sólo servían para el consumo propio, sino también para el comercio con otras regiones del Mediterráneo. De ello se percataron los romanos, que cogieron el testigo de los habitantes autóctonos de estas tierras para sistematizar la producción del vino, extendido las bodegas a otras factorías como las localizadas recientemente en Xaló o en la Almadrava de Els Poblets.

Por lo tanto, esta tradición culinaria y gastronómica de la que se enorgullece La Marina tiene una base histórica y regada en vino, el que se producía centenares de años atrás en el Alt de Beimaquía, cuyos restos se pueden visitarse en una excursión relativamente sencilla y que os recomendamos desde el blog de La Guía del Turista.

Leer Más

almodovar

Aristócrata y reformadora: la duquesa de Almodóvar

En el blog de La Guía del Turista os invitamos que recorráis con nosotros La Marina y también a que la conozcáis un poco más en profundidad a través de anécdotas, leyendas, hechos relevantes o personajes curiosos y significativos. Uno de estos últimos podría ser perfectamente Josepa Doménica Català de Valeriola (1764-1814), duquesa de Almodóvar y Grande de España, ostentando en la Marina Alta los títulos de baronesa de Xaló y Lliber y señora de Gata de Gorgos.

Pese a tratarse de una aristócrata en toda regla, la duquesa se distinguió siempre por su carácter inquieto, lo que facilitó la consecución de una educación elevada, algo impropio incluso para buena parte de la nobleza del Siglo XVIII. Ayudada por esta formación, y de una mente abierta con pensamiento progresista y liberal, doña Josepa Català se reveló contra el papel secundario que tenían las mujeres de esa época, abriendo el camino a posteriores movimientos reivindicativos y figuras feministas cuyo trabajo desembocó en el reconocimiento de buena parte de los derechos del sexo femenino durante el siglo XX.

Así lo relata el libro de la pedreguera Irene Ballester La duquesa d’Almodóvar. Vida d’una aristòcrata valenciana a la fi del segle XVIII, donde la autora subraya que Doménica Català creía firmemente en la necesidad de alfabetizar y formar a la población o, al menos, a las clases medias crecientes, lo que explica su herencia educativa: en su testamento dejó explícito que parte de su propio patrimonio se dedicara a la creación de escuelas, muchas de las cuales estuvieron abiertas durante décadas.

Una de ellas se ubicó en Xaló, donde gracias al dinero de la baronesa nacieron dos escuelas que funcionaron hasta muchos años después de su muerte, y que con su dinero se pagaron entre otras cosas los honorarios de los maestros.

Lo novedoso, además de acercar la educación a los humildes y desfavorecidos, fue su interés por la educación de ambos sexos, en una sociedad tan machista, si bien, y tal como recogen cronistas oficiales de la época, las niñas recibían una formación específica relacionada con las labores habituales reservadas a las mujeres. Y es que la duquesa podía ser reformista, pero no revolucionaria.

Su herencia también sirvió para mitigar la situación de huérfanos, siempre y cuando éstos tuvieran interés y aptitudes para ser formados en beneficio de la comunidad. Y tuvo relevancia a nivel arquitectónico, pues ayudo a incrementar el patrimonio de La Marina sufragando, por ejemplo, la construcción de una iglesia en Xaló, que está en pie con una inscripción que recuerda sus orígenes.

Leer Más

valero de palma

La casa de la Marquesa Valero de Palma: ejemplo del auge de la burguesía dianense

Hace tan sólo unos días se ha conocido que la rehabilitación de la Casa de Valero de Palma ha echado a rodar. El proyecto, en espera ya desde hace años, prevé que tal inmueble, ubicado en la céntrica calle Cavallers en Dénia, se convierta en un museo de historia que pueda dar continuidad a los fondos y testimonios históricos que alberga el actual Museu Etnològic, ubicado en unas dependencias colindantes a la citada casa.

Estos trabajos no sólo permitirán a Dénia y a la Marina disponer de un nuevo espacio museístico, sino también recuperar un caserón que forma parte del patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad y la comarca, poniéndolo en valor y facilitando que se pueda visitar y apreciar por vecinos y turistas.

Ambas fincas, ubicadas como hemos dicho en la calle Cavallers (en pleno centro de la ciudad) y situadas también junto a la que ya está siendo rehabilitada en la vecina calle Sant Josep, constituyen una muestra y testimonio directo del ascenso y poder de la clase burguesa durante la etapa dorada que vivió la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del siglo XX,  a consecuencia del comercio de la pasa.

En sus orígenes fue una vivienda en época árabe, pero también llegó a ser un palacete, hacer las labores de escuela, convertirse en un hospital y, hasta 2006, sede del Conservatorio de Música Tenor Cortis de Dénia. Su arquitectura, historia y esencia hacen que esta vivienda constituya, sin duda, una de las mejores muestras de las lujosas viviendas construidas por la burguesía en pleno centro histórico durante la época de esplendor de la exportación de la pasa.

Una zona que, desde el blog de La Guía del turista, os invitamos a conocer. Un paseo por las calles adyacentes a la plaça de la Constitució (que acoge al Ayuntamiento) os servirá para contemplar grandes y excepcionales caserones cuyas dimensiones y estructura hablan de una clase social emergente y acomodada que lideró el crecimiento de la ciudad, constituyendo parte fundamental de su etnología e idiosincrasia.

 

Valero de Palma

Su nombre, casa de la marquesa Valero de Palma, está relacionada con Álvaro Valero de Palma, destacado político de finales del siglo XIX. Miembro del Partido Conservador, fue elegido diputado por el distrito de Denia en las elecciones generales españolas de 1899 y 1903, tras las que hubo graves incidentes provocados por los seguidores del candidato que no fue elegido, Luis Armiñán Pérez, quien contaba con el apoyo de José Canalejas. Denunció el caciquismo en la Marina Alta y recibió el citado título de marqués en 1902 del papa León XIII.

Leer Más

peñon

El ‘genio’ del Penyon d’Ifach

En otros artículos del blog de La Guía del Turista hemos hablado sobre uno de los símbolos de La Marina: el Penyon d’Ifach. Sus características, calificación como Parque Natural protegido y singularidades nos han llevado a recomendar su visita en distintas ocasiones, aprovechando la ocasión para disfrutar también del municipio de Calp, donde se enclava el mismo.

En esta nueva entrada queremos seguir hablando del Penyon y de sus alicientes, pero desde otro punto de vista menos material, más esotérico y misterioso: el de las leyendas y el saber popular transmitido de generación en generación. Siguiendo la obra editada por José Soler Carnicer (“Leyendas del Peñón de Ifach y otras historias montañeras”) queremos relataros hoy la conocida leyenda del Peñón d’Ifach, que explica el poder de atracción de este gran peñasco que gana espacio al mar y es emblema de la Costa Blanca.

Se cuenta que por tierras de la Marina, frente a Calpe, vivían muy felices unas colonias de bellas sirenas que empujaban hacia las redes de los pescadores bandadas de peces y las soltaban cuando se enganchaban en algún banco de coral. Pero un día su paz se vio turbada por la inesperada llegada de un genio maligno que huía de las focas del mar de Alborán. Este genio perseguía y acosaba constantemente a las sirenas siempre que las veía. Estas últimas, asustadas, decidieron ir a ver al Dios Neptuno para pedirle que las librase de aquella pesadilla.

Neptuno accedió a sus deseos y les envió a un genio bueno para que las ayudase. Cuando se vieron frente a frente el genio malo quiso huir del mar, pero al salir a tierra se quedó petrificado para siempre bajo la forma del Peñón de Ifach. Y desde entonces las sirenas volvieron a ser felices  y siguieron ayudando a los pescadores llenando sus redes de peces.

Como toda leyenda o historia popular, siempre se busca un símil con algún fenómeno palpable para buscar una conexión con la realidad y darle más verosimilitud a la narración. En este caso, se dice que algunos días, al amanecer, cuando el Peñón está envuelto en la niebla, el genio malo trata de escaparse de la gran roca escondido entre las brumas. Pero los emergentes rayos del sol se lo impiden al disipar la neblina. Se cuenta, asimismo, que quienes tengan la suerte de ver ese fenómeno atmosférico serán felices para siempre.

Disfrutéis o no de él, desde la Guía del Turista os recomendamos que visitéis el Penyon d’Ifach y, sobretodo, seáis muy felices.

Leer Más

mascarat

El Mascarat: de bandoleros y atracadores a obra mítica para unir las dos Marinas

La complicada y sinuosa orografía siempre ha marcado la existencia de las dos comarcas que constituyen La Marina: la Alta y la Baixa. En concreto el paso entre Calpe y Altea, fácilmente salvable hoy día tanto por carretera nacional como por la autopista, ha sido durante siglos un gran problema para la movilidad de las personas y el transporte de mercancías entre ambas localidades costeras y, por ende, para la comunicación entre Alicante y Valencia por la costa, ya que se hacía casi imposible poder atravesar el  cañón del Mascarat (único paso existente para superar el Collado de Calpe) con los carros de mulas cargados.

La presencia de este desfiladero (también llamado Barranc Salat) ha supuesto verdadero quebradero de cabeza para los antiguos habitantes de ambas comarcas. Accidente geográfico cuyo puente debe su nombre, El Mascarat, a la presencia de bandoleros enmascarados en la zona que atracaban a las diligencias aprovechando las dificultades de este paso, difícilmente transitable sobre un terreno muy pedregoso.

Pero a finales del siglo XIX se puso fin a este problema con la apertura de los túneles del Mascarat. La dificultad de su construcción estribaba en la altura que esta obra debería tener para atravesar el Barranco Salado, que desde las estribaciones de la sierra de Bernia desagua en el mar cerca de Toix. Pero tras un proceso largo y costoso (en todos los sentidos) pudo acometerse esta gran infraestructura, actualmente se encuentra en desuso tras la construcción de un nuevo puente doble de hormigón en el 1925, más alto (a 85 metros de altura) y más ancho (doble dirección). Dicha construcción de sillería, con 60 metros de alto, constituye aún a día de hoy una de las grandes obras de ingeniería de la provincia de Alicante y, a todas luces, supuso un gran avance para el progreso de los habitantes de la Marina, ayudando a vertebrar y cohesionar el territorio de la actual Comunitat Valenciana.

Por este puente pasamos muchos de nosotros cada día con nuestro vehículo, no sin admirar este desfiladero que tantos episodios de todo tipo ha vivido a lo largo de los siglos.

Leer Más